Sigo jugando con la soja texturizada, la verdad es que me parece un invento de lo más apañado y sanote. Mi última prueba ha sido utilizar este producto para preparar un simulacro de salsa bolognesa, y tengo que deciros que el resultado me parece estupendo. He puesto a hidratar la soja texturizada (en agua con un chorrito de salsa de soja, que es como más me gusta) y, mientras tanto, he picado en burunoise algunas de las verduras que suelen acompañar a un ragú tradicional: ajo, cebolla, apio, pimiento verde y zanahoria (no tenía puerro, pero la próxima vez cae). En mitad del asunto les he añadido pimienta negra recién molida y sal gorda.
Cuando las verduras estaban hechas pero aún enteras he incorporado la soja hidratada y escurrida, lo he mareado todo un rato, y he regado el asunto con un poco de vino fino (el ragú suele llevar tinto, pero como no tenía...).
Lo he dejado reducir y, cuando me ha parecido, he volcado sobre el refrito una lata de un buen tomate triturado (fuera de temporada los tomates naturales no saben a nada, pero los de lata de buena calidad dan el avío, a mi me gustan mucho los de Martinete), un poco de azúcar moreno, un golpe sal gorda y otro de orégano. Y a reducir y mezclar sabores un rato, hasta que veáis que la cosa tiene el espesor que tiene que tener :) El resultado es una estupenda salsa, sabrosa y contundente pero sanísima, que se puede utilizar (como la bolognesa tradicional) para muchísimas cosas (pasta, arroz en blanco, mousaka, rellenar verduras...) y que, encima, se puede congelar.
Cuando las verduras estaban hechas pero aún enteras he incorporado la soja hidratada y escurrida, lo he mareado todo un rato, y he regado el asunto con un poco de vino fino (el ragú suele llevar tinto, pero como no tenía...).
Lo he dejado reducir y, cuando me ha parecido, he volcado sobre el refrito una lata de un buen tomate triturado (fuera de temporada los tomates naturales no saben a nada, pero los de lata de buena calidad dan el avío, a mi me gustan mucho los de Martinete), un poco de azúcar moreno, un golpe sal gorda y otro de orégano. Y a reducir y mezclar sabores un rato, hasta que veáis que la cosa tiene el espesor que tiene que tener :) El resultado es una estupenda salsa, sabrosa y contundente pero sanísima, que se puede utilizar (como la bolognesa tradicional) para muchísimas cosas (pasta, arroz en blanco, mousaka, rellenar verduras...) y que, encima, se puede congelar.