viernes, 7 de octubre de 2011

Pisto fullero pero resultón

Los que leéis este blog seguro ya sabéis de mí como mínimo dos cosas que no tienen, en principio, nada que ver entre sí: 1) me encanta la verdura, y 2) si en cocina hay un atajo que merezca verdaderamente la pena allí estoy yo :) Y esta receta que hoy os cuento es un ejemplo. Hasta donde yo sé (y en mi casa siempre se ha hecho así) la forma tradicional de hacer el pisto es friendo las verduras por separado, para luego mezclarlas con una buena salsa de tomate frito casero previamente cocinado. Como buena forofa de las verduras a mí el pisto me encanta, pero semejante paliza.... pues como que no. Así que hace tiempo que me puse a trastear y a probar, y finalmente dí con esta froma de hacer algo que, probablemente, no se puede llamar pisto (y que desde luego responde a ese punto fullero que tengo y que no puedo evitar) pero que queda muy rico y, encima, se puede congelar. Os cuento aquí la idea básica, pero se puede complicar y enriquecer bastante, al gusto y la imaginación de cada uno. Yo cuando me pongo hago este pisto fullero en cantidad, lo congelo por partes, y así tengo medio-solucionadas varias comidas.

Hay que trocear las verduras que nos interesen en porciones no demasiado pequeñas (a mí me gusta encontrármelas :D), este paso previo no nos lo quita nadie, Thermomix mediante, claro, que no es mi caso. El auténtico atajo consiste en prescindir del engorro de freírlas por separado y, en vez de eso, hacerlo en varias tandas, en función de su punto de cochura, con menos aceite, y jugando con la potencia del calor. Me explico. Yo preparo (ya os digo que en trozos no muy pequeños) ajo, cebolla, pimiento verde y rojo y les doy un primer golpe con bastante (sed generosos aquí, no queremos freír pero nos gusta) aceite de oliva a fuego fuerte y un pellizco de sal, para que vaya sudando todo. No estamos buscando un refrito al uso, sino marear las verduras en aceite fuerte, todas a la vez, para que se medio-hagan todas juntas, intercambiando sabores, pero queden aún medio-enteras.  

    

Cuando las verduras estén más o menos como veis en la foto (es decir, hechas pero enteras y aún al dente) añadid calabacín que previamente habréis troceado también en porciones ni muy pequeñas ni muy grandes. Yo aquí soy radical: añado calacín por un tubo, me encanta cómo queda en el pisto. Y otro pellizco de sal, claro, que él se la merece. El "fuego" debe seguir fuerte.
En la misma lógina que antes le doy al calabacín (que se hace como sabéis muy rápido) sólo un par de vueltas y un golpe de calor, queremos que quede hecho pero enterito, al dente, nos lo queremos encontrar luego. Cuando este proceso anda a la mitad (pocos minutos) añado dos ingredientes que a mí me encantan y sé que no forman parte del pisto al uso: alcachofas de lata (buenas) en cuartos, un par de vueltas, y espinacas (buenas) en porciones ya troceadas y congeladas. Siempre tengo en casa ambas cosas, están conseguidas y dan mucho avío, las prefiero a no tomarlas porque no sea la época y/o no las tenga frescas en casa. Admito todas las críticas que queráis pero.... probadlo, y luego me seguís criticando ;) Como todos los ingredientes anteriores, estos también necesitan un toquecito de sal (yo prefiero irla añadiendiendo por partes, que la controlo mejor que si la pongo en algún momento de la receta de una vez) y fuego vivo.




Luego sólo queda añadir tomate triturado, si estamos en temporada natural y rallado y, si no, de lata, que los hay magníficos; también un toque de azúcar (por aquello de la acidez del tomate), rectificamos de sal, y bajamos el fuego. La idea es freír el tomate despacio con todo el veneno de las verduritas, de manera que se integren los sabores; lo que nos queda al principio es una especie de puré caldoso extraño, pero cuando el tomate reduce y pierde el agua obtenemos verduras hechas en su jugo pero con aceite, todas juntas, y con una salsa de tomate muy sabrosa. Cuando se añade el tomate triturado el aspecto al principio es el que veis aquí abajo; una vez cocinado, el resultado es el que aparece al inicio de esta entrada.




Esta especie de pisto está, os lo aseguro, buenísimo tal cual, pero se puede complicar. Vale solo como plato contundente y sanísimo, o como guarnición de lo que os parezca mejor. Podéis cuajarle un huevo o, mejor, medio freirlo y luego romperlo sobre esta delicia, para que la yema se mezcle con el tomate y.... en fín, a mojar pan. También podéis freír patatas en dados y añadirlas al invento, terminando de ennobleberlo y darle así un toque estupendo, eso sí, entonces no lo podéis congelar, porque las papas... desgraciadamente no admiten bien el congelado, quedan mustias, lamiosas; es mejor añadirlas a última hora. Vamos, que este pisto fullero pero resultón admite variantes, espero que os guste, que os animéis a hacerlo, y que, si os apetece, contéis por aquí vuestras impresiones y sugenrencias. Bienvenidas serán ;)

3 comentarios:

  1. Paisana, jajajajajaja, si que es fullero...lo de resulto te lo digo cuando lo haga...En fin, todo es cuestión de tiempo y la verdad es que los atajos son indispensables...si yo te contara, jajajajaja...Vete friendo el huevo que a mi me vale así!!!
    Besos

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  2. Qué bueno!!
    Tengo que confesar que yo nunca lo he hecho cocinando las verduras por separado, como bien dices, ¡qué engorro!
    Lo que me ha encantado son todos los ingredientes que pones, porque yo lo hago "básico" y ahí pones las espinacas, alcachofas..

    qué rico!

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  3. Rocío y José Manueol, os frío el huevo para este pisto fullero cuando queráis ;) Y nos contamos los atajos, claro, aunque me da a mí que vosotros hacéis pocos, viendo vuestras recetas...

    Elena, yo creo que en realidad al pisto se le puede añadir lo que se quiera: las verduras juntas y cocinadas con sentido común y con tomate nunca pueden estar malas ¿no? Las espinacas me gusta añadirlas porque desmenuzaditas con el tomate.... ains.... Y las alcachofas, con ese punto dulzón, también casan muy bien con el tomate frito casero. Oye, si pruebas a hacerlo ya sabes, no seas tacaña y cuéntanos... Bss :)

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