Alcauciles (osea, alcachofas) en su salsa

Qué ricas las alcachofas ¿verdad? En mi tierra las llamamos alcauciles y me encanta esa palabra, tiene un sonido precioso que me recuerda a mi infancia :) Lo único malo (es por decir algo) de los alcauciles es que frescos sólo se encuentran por temporada y que, incluso entonces, hay que saber elegirlos; además cunden regular porque, al pelarlos como se debe (seguro que sabéis hacerlo, pero aquí lo explican bastante bien), se quedan en nada. Pero es que están tan buenos... es una de mis verduras preferidas y, sobre todo, me encanta beber agua después de comer alcauciles, qué regusto dulzón tan rico... Se pueden preparar de muchas maneras, pero a mí me gustan especialmente hechos en su propio jugo y sin muchos miramientos, como os cuento en esta entrada.

Una vez que se han pelado los alcauciles (¡y los tallos! ni hablar de tirarlos, que dan un punto estupendo al jugo de cocción) y están remojados en agua con un limón cuarteado y espachurrado (por aquello de que no se oxiden), se hace un refrito en una olla super-rápida de cebolla al que se añade, cuando ésta está algo pochada, un poco de harina, sal y pimienta negra recién molida. Se marea el refrito un poco y se incorpora agua (como para cubrir los alcauciles), perejil fresco, los  corazones y los tallos. Una vez que el indicador de la olla está arriba (en la posición dos) se la deja trabajar cuatro minutos y se apaga, cuando se abre os encontráis con esto (si la olla es exprés tardará algo más, y si los hacéis a pelo pues todavía más):

  

Me gusta apartar los alcauciles a otra olla y pasar el líquido que queda (con el agua de cocción -que sabe a gloria-, el perejil, los tallos, y algunas hojas que se separan de los corazones) por la batidora para obtener una salsa suave pero deliciosa, que incorporo a los alcauciles.

Ya solo queda disfrutar, separando con las manos (:-D) las hojas de los alcauciles, y rechupeteándolas de una en una... aquí es donde me acuerdo más de mi infancia, disfrutando de hacer algo prohibido (comer con las manos) y, con esa excusa, mi madre nos colaba una verdura magnífica. Y luego siempre, uno o dos vasos de agua, del tirón... lo que pasa entonces en la boca es delicioso!!! si no lo habéis probado ya estáis tardando.

Es verdad que los alcauciles dan mucho más juego y que se pueden hacer con ellos recetas mucho más elaboradas que esta que os he contado, pero tengo debilidad por guisarlos de esta forma... Espero que os guste :)