Potaje de soja verde (o judía mungo)

Cómo me gusta el cuchareo... Me refiero a un buen plato de legumbres, cocinadas como se debe, y tomadas calentitas, a ser posible en época de frío, para que entren reponiendo el cuerpo y resucitándolo :) Para mí en invierno donde se ponga un plato de puchero, o un buen potaje, o un cocido, que se quite todo lo demás. El cuchareo nos lleva a la cocina más tradicional, la de la memoria de nuestra infancia, un repositorio de saber y cultura con mayúsculas que hay que hacer todo lo posible por mantener y alimentar; las recetas de nuestras madres y abuelas sencillamente no se pueden perder, eso sería una barbaridad. Pero dicho eso yo creo que en este campo también se puede inventar e innovar, y la entrada de hoy es un buen ejemplo. La soja verde en realidad tiene poco que ver con la soja-de-verdad (la blanca, con propiedades que quitan el hipo), es un tipo de judía (mungo) que aporta muchísimas proteínas y minerales y, por tanto, es una legumbre de lo más recomendable. ¡Y encima está buenísima! La descubrí hace algunos años y, desde entonces, se ha acabado convirtiendo en uno de mis fondos de congelador; la guiso en cantidad como os cuento en esta entrada y la congelo en las fiambreras correspondientes, así tengo a mano un primer plato sano (sanísimo), exquisito y resultón. 

Seguro que el mungo o soja verde se puede hacer de miles de maneras, pero a mí me gustan cocinadas como las lentejas (bueno, como yo hago las lentejas). Las tengo en remojo un par de horas, y cuando me pongo a prepararlas pico en burunoise muuucha verdurita variada, la que más coraje me dé, pero nunca faltan ajo, cebolla, puerro, pimiento verde y rojo, zanahoria y tomate. En una cazuela con fondo (estamos hablando de cuchareo) le doy un golpe fuerte de calor en aceite de oliva a las verduras, pero sólo busco enseñarles el calor, no pocharlas. Cuando están aún al dente pero ya rehogadas añado un poco de pimentón de la Vera, de doy un par de vueltas rápidas (casi nada, que si nos pasamos el pimentón se arrebata), e incorporo la soja verde previamente remojada y escurrida, sal, perejil fresco picado, una hoja de laurel y cubro holgadamente (son algo más duras que las lentejas) con agua. Luego simplemente dejo cocer despacio el asunto hasta que la soja está blandita, y listo.

Siempre que hago este potaje me acuerdo de la cara de mi primo Gonzalo, cuando un día me llamó sin preaviso para comer en casa ("Prima, estoy hoy en Huelva trabajando, ¿me invitas a comer?" "Sí, claro, vente" "¿Qué me vas a dar?" "Potaje de soja verde") y llegó el pobre a casa como los toros van al matadero, educadísimo y dispuesto a todo, pero esperando cualquier barbaridad. Salió de allí con la receta memorizada, y me consta que él y Elena la han incorporado a su dieta y la preparan cada cierto tiempo. Haced lo mismo y animaos!