domingo, 24 de abril de 2011

La Tata Curra


En su DNI ponía Concepción Lara Bulnes pero es mentira, porque en realidad ella era la Tata Curra. O al menos así la llamamos todos los que tuvimos el privilegio de crecer cerca de ella y ser parte de su familia, que era la nuestra. La Tata Curra nació en Alcalá de Guadaira, un pueblo de la provincia de Sevilla, pero desde los 14 años, y como era habitual en aquella época para muchas chicas sin muchas más posibilidades (estamos hablando de los años 40, en plena y durísima posguerra española), entró a trabajar en la casa de mis abuelos maternos haciendo un poco de todo. Y allí se quedó, limpiando, cocinando, y haciendo felices a todos los que andaban cerca. Mi madre y mis tíos se fueron haciendo mayores y formando sus propias familias, pero la Tata Curra siguió viviendo y trabajando en la casa de mis abuelos, cuidándolos, siendo una más, y regalándonos a todos los que por allí pasábamos guisos estupendos y mucho cariño incondicional. Mis abuelos se marcharon, pero no sin antes dejar bien amarrado el porvenir de la Tata Curra para que tuviera asegurado su futuro y pudiera hacer lo que quisiera (al fín y al cabo se lo había ganado a pulso), pero a ella lo que le pedía el cuerpo era seguir con nosotros. Y con nosotros se quedó, en la casa familiar en la que ya no vivía nadie pero que era la suya y la nuestra, con la libertad de venir a vernos (y a guisotear) cuando le daba la gana, es decir, con mucha frecuencia. Y así siguió hasta que le llegó su hora con algo más de 60 años, y entonces la cuidamos y la acompañamos como lo que era, parte de nuestra familia. Está enterrada donde le corresponde por derecho, junto a mis abuelos y a mi gente. Como lo que es, una de nosotros.

No me acuerdo de cuándo me empezó a gustar esto de la cocina, pero si rastreo en mi memoria aparece la Tata, enseñándome a picar y a pochar ajo-cebolla-pimiento-tomate que, para ella era la base de todo. Como buena cocinera se dejaba guiar por su instinto, era fullera, improvisaba, no atendía a cantidades ni a tiempos; le vi hacer auténticas barbaridades que, siempre, le salían estupendamente. Era capaz de tener los cuatro fuegos encendidos y manejarse de maravilla, mezclando un poquito (una mijita, un chorrito, :D) de cada cosa en cada receta, y siempre conseguía una delicia como resultado. Quizá porque lo más básico lo aprendí con ella creo que algo se me ha quedado, porque cuando me la piden soy incapaz de dar una receta en condiciones, y mi vocabulario no pasa (salvo excepciones justificadas) de puñaos, pizcas, pellizcos y chorreones. Y soy feliz con los cuatro fuegos encendidos (aunque sin su pericia, claro), trasteando, enredando, cocinando pa mi gente.

Dicen que las personas en realidad no se mueren mientras se las recuerda. Si eso es verdad estupendo, en ese caso la Tata Curra sigue viva, porque mis  padres, hermanos, tíos, primos, los amigos cercanos que la trataron.... todos hablamos mucho y con frecuencia de ella y forma parte de nuestra memoria familiar. En lo que a mí me toca, no soy capaz de cocinar sin acordarme de ella y de las muchísimas cosas que nos pasaron entre fogones y que aprendí con y de ella.  La Tata es por tanto una persona muy especial para mí y para todos los míos, pero si me atrevo a escribir estas líneas sobre ella es porque, además de en nuestros recuerdos y en nuestras conversaciones, creo que en algún sitio (aunque sea en uno tan modesto como este) tiene de quedar constancia de su persona, de lo importante que ha sido para nuestra familia y amigos más íntimos, y de todo lo bueno que pasamos con ella y que nos ha dejado. Entre otras muchísimas cosas la receta de sus sopaipas, que hasta hace poco sólo yo atesoraba, que trato de enseñarle a mis sobrinas (de momento, excelentes pinches de cocina), y que intento que mis sobrinos prueben todos los veranos, como seguro que a ella le habría gustado porque, al fin y al cabo, no dejan de ser en gran medida sus “bisnietos”. Aunque debo confesar que, cuando las hago, y aunque la gente menuda las devora, las sopaipas nos las zampamos y las disfrutamos sobre todo los que la conocimos (mis padres, hermanos, tíos y primos), porque nos traen recuerdos maravillosos. Nos acordamos de la Tata. Bendita sea.

15 comentarios:

  1. Yo tenía un año cuando la tata Curra llegó a casa de mis padres por tanto ella me marcó toda la vida.Conoció a mis hijos y aunque no pudo conocer a mis nietos hay quien se está encargando de que su recuerdo perviva en muchas cosas sobretodo en las de comer.Hoy una vez más me he emocionado al recordarla.MAMA

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  2. Como diría ella "Jodía" me has hecho llorar.
    La Tata era eso y mas era una tercera abuela que tuve el privilegio de tener, cuando de niño me preguntaban en el cole como se llamaban mis abuelas sin pestañear respondía Rosa, Susana y la Tata; siempre me preguntaban tres abuelas "si seño como no pude conocer a mi abuela susana el Señor me mando a la Tata curra que es mi abuela, me cuida y me quiere."

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  3. Jo Susana me has hecho llorar
    Nunca he dejado de acordarme de ella, la verdad es que la nombro a diario, no recuerdo un día en que no les diga a las niñas al comer, la bola mastica para el otro lado, como me decía ella a mí. Ellas me preguntan que donde está mi tata y yo les digo que en el cielo, y me dicen que les cuente historias sobre mi tata y yo les cuento que se llamaba Curra y me dicen " que nombre tan raro tenía tu tata". Besos
    Susana Alvarez-Dardet Lama

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  4. Muy bonita entrada, me ha gustado mucho y traído a la mente un montón de recuerdos.

    Tenía un corazón tan grande que en él cabía toda nuestra familia, y mira que somos un buen "puñao" :-D. De tanto cocinar, era "salá" como nadie, era muy graciosa cuando se ponía a hablar con las ollas: "¡Venga, joíos garbanzos, poneros tiernos ya!"

    Estaba deseando que llegara esta entrada, sabía que no podía faltar un rincón para ella en este blog. De hecho, se merecería una sección propia con sus propias recetas, qué te parece la idea?

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  5. La verdad es que me he emocionado al leerlo. Yo me acuerdo de ella casi a diario, de sus bromas, de las palabras que se inventaba, de los veranos en Fuentebravía, de las tostada de espinacas con garbanzo que se zampaba para desayunar... y por supuesto de sus guisos. Me encanta cuando mis sobrinas preguntan por La Tata de su madre.

    NEN

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  6. Pocos pellizcos "retorsios" me dió de chico, pero más la queríamos.Bién por la entrada Susa.

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  7. la verdad es que la Tata siempre sera nuestra Tata, Fue mi maestra en la cocina, en la costura y en el punto, cuido de todos nosotros, como si fueramos sus propios hijos-nietos y cuando Antonio se arreglo con Susana me dijo: "joia ya tienes a la niña que querias y vaya nombre".
    DESDE EL CIELO SIGUE CUIDANDO DE TODOS NOSOTROS UN BESO
    (E.A.D.)

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  8. No quería que la fotografiaran. Esa foto que has usado, la hice yo, con teleobjetivo, en el jardín de mi compadre en Fuentebavía, asegurándole que estaba fotografiando a los entonces peques: Tana, Nen y Gon.
    En vísperas de una operación inocua, pero ella convencida de que se moría, me hizo prometer que "trataría bien a su nena".
    Desde que emprecé a sqalir con E, me vigilaba de cerca; yo era el tipo ese que se pretendía llevarse a su nena, y había que ver como se portaba, por si acaso...
    No quiero ni pensar lo que me hubiese hecho si llega a creer que no me portaba bien.
    Luego creo que se convenció de que yo era buena gente, y poco a poco conseguí ganarme su cariño.
    En esa época en la que guisaba donde y cuando quería, en mi casa siempre tocaba "un conejito que he visto en la plaza y me he acordao de tu marío, pero lo pago yo, eh? Y empezaba a guisar, y los cacharros llegaban a la puerta de la calle, porque de orden y método nada, pero lo bordaba.
    Yo adoraba sus croquetas, y los filetitos de pescado fritos, hechos con pescadilla congelada barata, y aliñados sin ningún misterio, pero que ninguno de nosotros ha conseguido igualar. Y sus paellas hechas en una cacerola cualquiera y presentadas luego en la paellera (o paella), por aquello de las apariencias...
    Cada vez que hago croquetas con la Thermomix no puedo evitar sonreir pensando en lo que me diría si me viese.
    ACZ

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  9. Me he emocionado muchísimo y a la vez me alegro de que os acordéis de ella. Para mi además hizo de segunda madre, ya que al ser el mayor y el primer nieto, he sido quizás de los que mas la ha tratado y con quien mas veces me dejaban mis padres. De todo lo que habéis comentado os diré que quizás hay que añadir muchísimas cosas mas, así como anécdotas y vivencias, como la que me pasó a mi cuando andaba liado con los preparativos de mi boda y me dijo "Niño, ten este dinero y comprate lo que quieras de la lista de bodas del cortingle" y allá que fui con mi entonces novia y compré el accesorio del cuarto de baño mas "delicado" (el portaescobilla y la escobilla), cuando se lo conté me dijo "cuidao con lo que ha comprao er niño, no habia otra cosa mas aviá", lo llevo grabado desde entonces y ya van para casi 25 años de aquello.
    A.G.AD.

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  10. Estoy escribiendo esto y las lagrimas me caen por la cara, gracias prima por haberte acordado de ella públicamente porque sé que como todos los que la adorabamos nos acordamos de ella diariamente. Podría contar mil anécdotas de ella pero desde luego en la cocina era única, siempre me acuerdo de las espinacas con garbanzos, "niña eshale una mijita más de aseite que a las espinacas no les puede fartá, y er majaito con er pan bien frito y cuidao que son mu joias y se pegan con ná". Por desgracia (o por suerte)viví muy de cerca sus últimos días y con lo malita que estaba siempre estaba pendiente de la cocina y de sus cuponcitos, eso que no faltaran. En fin que para mi fué mi ABUELA en toda regla, y a la persona que me falta hoy en día que más echo de menos en todos los momentos de mi vida.
    No se me puede olvidar los Rocios y los caminos vividos con ella para mi seran siempre inolvidables. Por cierto tambien me reñia mucho y me daba pellizcos tretorcidos, beditas riñas y pellizcos. Tata donde quieras que estés siempre te llevo en mi corazón.
    Rocío Gori A-D

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  11. Me emocionan, aunque no me sorprenden, todos vuestros comentarios. Lo dicho, la Tata sigue viva, porque ha formado parte de nuestras vidas y nos seguimos acordamos de ella tantos años después. Besos a todos.

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  12. Por seguir con las anécdotas:
    Un verano decidimos grabarla por la noche Susana Nen y yo porque decía que no roncaba (os acordáis) cogimos una vieja grabadora de cinta del abuelo que tenia una funda de cuero, le pusimos en rec con la cinta dentro y la metimos en le cuarto, a la mañana siguiente le dijimos que la escuchara que la habíamos gravado roncando, y por arte de magia aquella cinta estaba en blanco no se había gravado nada. ella se rió y dijo veis como no ronco.
    O cuando se quedo con Susana, Nen, Rocío (que por aquel entonces era un bebe)y conmigo y nos enfadamos con ella y le hicimos a nuestros padres una lista de ofensas entre las que estaban que nos pegaba pellizcos retorcios o que le había limpiado la cara a Rocio con un pañal sucio. que ni sucio ni na pero nosotros jurábamos que si que estaba sucio;o cuando nuestro padres nos daban dinero para que entre todos le compráramos cupones desde el 0 al 9 para que siempre le tocara 1
    Esa era nuestra Tata.

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  13. bueno, qué voy a decir, que estoy llena de lágrimas de la emoción. Lo que yo recuerdo muy a menudo era que desayuna todo lo que había sobrado de la cena anterior, fuera lo que fuera, y lo que más le gustaba era una tostada de acedías. También recuerdo que siempre iba con el moño, y que un día la vi con el pelo suelto cepillándolo y lo tenía larguísimo. Aquello me dejé perpleja. Y por supuesto que me llamaba "Mi Jimenita". Me encanta que hayas tenido esta idea, Susana, porque he olvidado muchas cosas de ella simplemente porque yo era bastante chica cuando murió, y me encantaría recordar más cosas. Ya por último, también os cuento otro recuerdo que tengo, y es un día que mis hermanos le gastaron una broma con una serpiente de mentira (una bicha, como ella le decía). La pobre un poco y más y se muere del susto.
    Rocío A-D Lama

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  14. En la cocina, absolutamente genial. He visto cocinar a mucha gente, pero nadie, absolutamente nadie, como ella. Me acuerdo del relleno; de la compota que siempre tomaba de postre el abuelo; de las castañas asadas en la copa del brasero; de las tostadas de espinacas con garbazos comidas a pellizcos (aun lo hago); de las croquetas del puchero; de la sopa de tapioca (...desde que se inventó er soplá er que se quema es un tonto..); de los vasos de Vichí Catalán de abuelo que nos daba de contrabando; de cómo picaba la verdura, directamente sobre las ollas, cortándolas sobre el dedo gordo; de cómo probaba constantemente todo lo que se estaba guisando; de los caramelos de azúcar fundida en una sartén que después echaba en el pollete de la ventana o sobre las baldosas de barro de la cocina; de la zopaipa cortada con una rueda dentada que le daba en los bordes esa forma tan especial; de los huevos pasados por agua (tres avemarias) con pan migao dentro; de sus “medidas” tanto de tiempo como de cantidad ¿Cómo le puede faltar a un guiso “dos” ratitos?…me faltarían horas para poner todo lo que recuerdo de su cocina, pero os aseguro que de todo me acuerdo.

    Pero, sobre todo, recuerdo a una persona buena, cómplice de travesuras, que nos cubría cualquier barbaridad frente a nuestros padres y, llegado el caso, era capaz de reñirles para que ellos no nos riñeran a nosotros (…Nena, tu no serás capa de hacerle ezo al niño…). Recuerdo esos septiembres en Fuentebravía, cuando nos quedábamos solo con ella y nos preguntaba a diario que que queríamos para comer. Después se iba (en autobús) a la plaza de El Puerto a comprar lo que necesitara, porque en la tienda de ¿Elena? que era la única de toda Fuentebravía nunca había de na. Recuerdo su cara descompuesta cuando Pablo y Pachi se perdieron en un traslado de la Virgen, al que fuimos solo porque ella se empeño y se lo impuso a Tío Antonio. Cuando los encontramos, de amanecída, no sabía decidirse entre pellizcos retorcíos y besos, y de ambos los puso bien. Recuerdo los cupones, cuando eran cuadrados y de tres cifras; de la sorpresa que me llevé cuando me enteré que no se llamaba Curra, ni siquiera Francisca; de su amiga Anita cuando venía de visita y la Tata presumía de nosotros como se presume de los nietos; De cómo siempre le habló de usted al abuelo y, sin embargo, le decía verdaderas barbaridades a los tíos (joio era de los mas suave que se despachaba) …De la Tata se podrían escribir mucho porque mucho nos dio a los que tuvimos la suerte de que nos quisiera (hasta para eso era peculiar).
    Besos a todos.
    AC

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  15. Anónimo5/8/12 01:18

    Hola no soy de la familia que vivio con Tata, pero su historia me ha enternecido y el cariño y ternura con el que hablais todos de ella a un mas.
    Pudierase que nos transmitais alguna de su recetas, a mi me encantaria la de la zopaipa, yo presumiria de ella diciendo es de la tata curra y tambien estaria en mi memoria.
    Gracias por este bonito recuerdo.

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