viernes, 13 de mayo de 2011

Empanadillas de espinaca, puerro y queso feta


Qué requetemalísimas están las empanadillas congeladas que venden por ahí, pero qué requetebuenas están las hechas en casa y qué avío dan. Las podemos rellenar con casi cualquier cosa, desde sobras de otro plato convenientemente ennoblecidas (las de pollo del puchero con una buena salsa de pimientos -verdes y rojos- tomate y huevo duro quitan el hipo) hasta rellenos preparados específicamente para hacerlas, como en esta entrada. Además se congelan muy bien si se tiene la precaución de hacerlo en dos tandas, primero en una bandeja o similar, sobre papel de aluminio o algo por el estilo, colocando las empanadillas separadas y luego, una vez congeladas, metiéndolas en una bolsa, de las que luego las podremos ir sacando cuando nos apetezca. Vamos, como las croquetas. Yo nunca he probado a hacer la masa de las empanadillas en casa y me imagino que así saldrán mejor, pero las obleas que venden en cualquier supermercado son muy cómodas y, la verdad, quedan muy bien. Hoy os subo una receta muy inspirada en las Spanakopitas, las empanadas griegas hechas con pasta filo y un relleno a base de espinacas, puerro y queso feta, que descubrí en el más que recomendable blog de Elena, que engaña descaradamente a sus visitantes afirmando que ella es una patosa en la cocina, cuando en realidad sabe hacer maravillas. No dejéis de pasearos por su blog, que vais a disfrutar mucho.

Para hacer estas empanadillas he usado espinacas; a mí me da muchísima pena cocinar en caliente con las frescas, esas me gusta zampármelas crudas (verdes, prietas, deliciosas) en ensaladas, pero ya hablaremos de eso en otra entrada. Así que para guisoteo tiro de las congeladas, porque hay que reconocer que están muy conseguidas. He sofrito un puerro pero no en trozos demasiado pequeños (porque me encanta encontrármelo al comer!) y, cuando estaba casi listo, le he añadido las espinacas (más o menos la misma cantidad, pero a ojo), sal, un pelín de pimienta negra recién molida y un golpe de comino (es una manía que tengo, siempre uso esta especia cuando hago espinacas, se llevan de maravilla). Esa mezcla se cocina un rato, hasta que la espinaca pierde el punto crudo pero está aún jugosa y melosa con el puerro blandito; esta base es perfecta para hacer una buena crema, pero otra vez tengo que intentar no dispersarme, que estamos en otra cosa y la crema de espinacas se merece su propia entrada ;D


Es muy importante dejar enfriar este sofrito, como siempre que se hacen empanadillas y, en general, tartas saladas, porque si se montan con el asunto aún caliente la parte de abajo (de la empanadilla, del hojaldre, o de lo que estéis haciendo, que siempre es a base de harina) se empapa con el juguillo calentito del relleno y no se cocina bien, se queda pastosa, reblandecida y, muy probablemente, se abrirá fastidiando la receta. Así que paciencia. Una vez que las espinacas y el puerro se hayan enfriando, hay que mezclarlos con un huevo batido y queso feta, pero no lo piquéis mucho, desmenuzadlo groseramente con las manos, para encontrarlo luego en trocitos al comernos las empanadillas.  Éstas se montan de la manera habitual: se pone una cucharada del relleno en el centro, pero no seáis avariciosos y dejad espacio suficiente para poder doblar la oblea y cerrarla bien (esto hay que hacerlo con cierto cuidado, porque las placas son delicadas y se rompen con facilidad), habitualmente sellando los bordes con un tenedor (en esto me ha ayudado a veces mi pinche Carmen :D, como ya os he contado) o haciendo, a mano, el repulgue típico de los argentinos, que a mí personalmente me encanta aunque en esta receta no lo he hecho. El repulgue es más bonito y lo del tenedor más burdo, pero al final de lo que se trata es de cerrar muy bien las empanadillas para que el relleno no se salga al cocinarlas. 


Una vez montadas sólo queda cocinarlas. Esto podéis hacer en el horno (como Elena en su receta original), pintando previamente las empanadillas con huevo batido, o bien freírlas en aceite, como he hecho yo en esta ocasión. Y listas. Y deliciosas y riquísimas, o por lo menos infinitamente mejor que las que se compran ya hechas, con ese relleno pastoso y naranja de (supuestamente) atún y tomate; esta receta, o cualquiera que hagáis vosotros, es desde luego más fiable porque sabéis lo que os estáis comiendo. Y más sana, claro.
 
¿Os gustan las empanadillas? ¿Las hacéis en casa? ¿De qué? ¿Tenéis truquillos de esos estupendos? ¿O recetas de relleno originales? Contad, contad...

4 comentarios:

  1. Hoy has estado sobrada, que maravilla de empanadillas y de fotos...Que lujazo...
    Besos vecina

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  2. Gracias vecinos! Por cierto, ¿qué es lo que ha pasado con blogguer estos días? No podía publicar, y vuestra magnífica receta de carne con tomate no la he podido ver hasta hoy.

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  3. jajaja muchas gracias!, pero no engaño, lo que pasa es que no veis el proceso de cocinar!! jajaja

    Te han quedado con una pinta estupendísima!! y es que parece que estamos acostumbrados a las empanadillas de atún y basta, pero tienen millones de posibilidades!

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  4. Elena, gracias otra vez por la idea de esta receta!!!! Tienes razón, con las empanadillas lo que deberíamos hacer es dejar volar la imaginación, como tú nos has enseñado con las SpanaKopitas. Un fuerte abrazo!

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