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domingo, 10 de septiembre de 2017

Crema fría de pepino y yogur

Ea, pues se acabó el verano (:/). Al menos en teoría, porque aquí abajo ya estamos trabajando pero aún nos queda, como poco, un mes de calor-calor que nos traerá temperaturas de verano (sobre todo el famoso veranillo del membrillo, que suele coincidir -vete tú a saber porqué- con San Miguel, de hecho también se lo llama así). El caso es que aunque hayamos aterrizado y volvamos a la rutina sigue haciendo (mucho) calor y, como en junio y julio, las temperaturas que tenemos que lidiar al sur de la península llevan, entre otras cosas, a seguir alimentándonos en modo verano. Por eso os traigo la receta de una crema fría que descubrí en primavera y que, desde entonces, se ha convertido en un básico (un must, que dicen ahora los finolis) de mi casa para alimentarse pero también hidratarse frente al calor. Porque el verano se habrá terminado pero, por aquí, nos quedan todavía unas semanas fuertes y duras.

Os dejo solo la imagen del pre- porque las fotos que he hecho del pos- no me convencen... no dejan de ser un vaso con un líquido blanco. La cosa consiste en batir a conciencia un yogur griego (por su cremosidad y sabor, pero vosotros mismos, aunque he hecho pruebas y, definitivamente, lo suyo es yogur griego) (eso sí, el yogur que uséis que sea sin azúcar, que esta es una receta salada), un pepino por cada yogur, ajo (me encanta, pongo uno hermoso por cada 3-4 yogures + 3-4 pepinos), sal, un buen chorreón de AOVE, y un golpe (ya veis en la foto que soy generosa, me gusta mucho) de eneldo. No hace falta añadir agua, el pepino ya tiene suficiente. Se bate todo a conciencia y listo. Si queréis podéis colarlo o pasarlo por un chino, yo no suelo hacerlo porque no me molestan los (pocos) grumos que quedan.

El resultado es una especie de crema ligera o batido líquido, salado y refrescante, la mar de rico. Me parece fundamental zampárselo bien frío, pero que muy frío, así que nada de hacerlo sobre la marcha: se tiene que hacer y dejar enfriar. Esta crema de pepino y yogur entra la mar de bien, y se agradece mucho como primer plato cuando el calor aprieta y quieres refrescarte y alimentarte a la vez. Para que os hagáis una idea, este verano incluso la he alternado con el gazpacho y no recuerdo haberlo dejado de tomarlo ni un día en verano desde... Y creo que voy a seguir combinando estas dos cremas frías, porque así varío de primer plato pero comiendo sano y fresquito. Vamos, todo un descubrimiento que os recomiendo :)

domingo, 7 de agosto de 2016

Paté de champiñones

No sé vosotros, pero para mí los patés tienen un peligro... A veces llego a casa tarde, después de todo el día fuera, y como tenga a mano un buen paté me lanzo como una enajenada y me lo zampo del tirón, sin anestesia, con un buen trozo de pan. En el fondo lo que tengo es hambre (de comida y de casa) y me pierde la facilidad de abrir la lata de paté y darle una buena embestida. Que los hay estupendos y riquísimos, pero convengamos en que son una bomba de relojería... Por eso cada vez me gustan más los patés vegetales, que cumplen esa función pero son mucho más sanos y, encima, te los haces tú y sabes lo que llevan. Ya os he contado el buen resultado que me da el paté de berenjenas y pimientos del piquillo, y hoy os traigo otra propuesta vegetal y sana al tiempo que deliciosa, o al menos a mí me encanta. Es verdad que (como todos los patés caseros) hay que dedicarle algo de tiempo, pero tampoco es mucho y, sobre todo, es genial tenerlo preparado, llegar a casa, y atacarle con la tranquilidad de estar tomando algo rápido y cómodo pero sano.

Tal y como yo lo veo, un buen paté (vegetal o no) tiene que ser sabroso y untuoso. Lo primero se consigue condimentando a conciencia la mezcla; lo segundo con una grasa que pegue con lo primero y que, al solidificarse, aporte ese matiz untable tan agradable. En este caso, se trata por tanto de guisotear los champis con varias cosas, y de hacerlo con una grasa sana pero contundente. Me gusta derretir mantequilla en aceite de oliva y, dentro, sofreír uno o dos ajos y cebolla (como la mitad más o menos del volumen de champis) troceados de cualquier manera, con pimienta negra recién molida; cuando estén se añade sal gorda y los champiñones (nada de atajos: frescos, blancos, preciosos, y bien limpios) también troceados sin muchos miramientos; al fin y al cabo luego lo vamos a batir todo.  




Cuando los champiñones hayan perdido parte del agua que sueltan y empiecen a tostarse llega el momento de incorporar sabor al asunto: yo añado perejil fresco, un poco de vino (me gusta utilizar fino), y ajo y cebolla deshidratados. Diréis con razón que la cosa ya lleva de los dos, pero estas especias deshidratadas tienen un regusto tostado y concentrado que me gusta mucho; cada vez las utilizo más. Se deja reducir todo, con el fuego alto, para que el "guiso" se reconcentre. 




Se retira esta preparación a un vaso en el que podamos meter una batidora y, en la misma sartén, se tuestan a conciencia unas nueces (de nuevo, lo como la mitad del volumen de los champis que hayáis utilizado).  




Se añaden las nueces tostadas a la preparación anterior y se bate todo a conciencia. Es fundamental que esté unas horas en la nevera antes de meterle mano, para que se enfríe bien y, sobre todo, la grasa utilizada se solidifique y transforme la mezcla en un untable sólido y agradable.

Si os animáis a hacer este paté os aseguro que os va a sorprender.... ya me contaréis :), por aquí o en la página de Facebook de Gastronofilia.

domingo, 5 de julio de 2015

Ensalada de espinacas, nueces y roquefort

Esta ensalada tiene poco que explicar y mucho que disfrutar. Le gusta mucho a mi prima Rocío A-DL y, siempre que la hago, me acuerdo de ella :) Es sanísima y muy sencilla, basta con mezclar espinacas crudas (si vienen grandes, troceadlas un poco), nueces (conviene picarlas, se mezclan mejor con el resto), y dados de roquefort (os recomiendo trocearlo recién sacado de la nevera, si no se os va a desmoronar). Esta base se puede complicar si se quiere, a mí a veces me gusta añadirle champiñones crudos en láminas y/o algo de lechuga. Se aliña solo con aceite de oliva y sal, porque el roquefort tiene un punto lo suficientemente fuerte como para darle nobleza al resultado, prefiero no complicar los sabores con vinagre, pero vosotros mismos. 

sábado, 13 de junio de 2015

Batido verde (green smoothy) de espinacas, pera y plátano

Os contaba hace poco lo contenta que estoy con el descubrimiento de los batidos verdes. Hace muchos años que desayuno frutas y zumos, sobre todo entre semana, porque me levanto bastante temprano y, a esas horas, no soy capaz de tomar nada diferente (salvo uno o dos cafés :D). Así que no me ha costado trabajo incorporar los zumos verdes a mi desayuno, me zampo un par de vasos y la verdad es que me sientan de maravilla. Estoy haciendo diferentes pruebas, y hoy os cuento una que me ha encantado: mezclo en la batidora un puñado hermoso de espinacas crudas, una pera o un plátano (o, mejor, los dos), un puñado de semillas de lino, un golpe de canela, y agua fría.



A diferencia de las pruebas que he hecho de batidos verdes a base de perejil, este no lo cuelo porque, por alguna razón, no queda esa espumilla que me da tanto coraje. Os confieso que este batido verde me gusta incluso más que el de manzana y perejil, aunque intento ir alternándolos... En ambos casos, el resultado es que salgo de casa como una moto y dispuesta a comerme el mundo, ¡ah!, y sin sensación de hambre hasta la hora de almorzar. Una opción sana, rápida y práctica :)

domingo, 5 de abril de 2015

Salteado de arroz integral con cúrcuma y verduras

Sigo (afortunadamente) con mucho trabajo pero teniendo que comer fuera de casa muchos más días de los que me gustaría :S Qué mal lo llevo... Como dice mi amiga Reyes, todo yin tiene su yan :) Así que cuando puedo darme el (¿lujo?) de comer en mi casa, sabiendo lo que me meto entre pecho y espalda, intento alimentarme con algo de sentido común. Lo bueno de la receta que os traigo hoy es que de una vez se puede hacer para varias veces y luego, con nuestro magnífico amigo el microondas, recalientas el asunto y tienes un plato sano y en condiciones para varias días. Aunque sea a la hora de cenar, y con un almuerzo cuanto menos sospechoso en la calle... 

El arroz integral ya se puede encontrar en casi cualquier supermercado, y es sanísimo y muy recomendable. Lo malo es que, a pelo, tarda muchísimo en cocer, pero si lo enjuagáis bien y lo dejáis en remojo al menos una hora para que se hidrate (como os he contado aquí) su preparación es más llevadera. Pero aviso que engancha: cuando empiezas a jugar con él ya no te gusta el arroz blanco común, más barato y fácil de hacer... Lo dicho, todo yin tiene su yan :D

Para este salteado he enjuagado e hidratado el arroz integral durante más o menos una hora, luego lo he escurrido, y lo he cocido en muuuuucha agua con sal, algo de perejil fresco, y un par de cucharadas de cúrcuma (en parte por el color que deja, y en parte por las muchísimas propiedades que tiene). Cuando el arroz estaba un poco antes del dente lo he apartado, lo he colado para eliminar toooooda el agua que sobraba, y lo enfriado para cortar la cocción. La otra posibilidad es cocerlo en el agua justa (doble de volumen después de hidratarlo) pero queda más apelmazado y compacto por el almidón y la fibra, ideal para una guarnición (sobre todo si tiene mucho ajo y verduritas) pero no tanto para saltearlo, porque para esto nos interesa más suelto.


Mientras se hacía el arroz he atracado la nevera y he troceado en burunoise muchas (no todas) de las verduras que he encontrado: ajo, cebolla, zanahoria, pimiento verde y rojo, y unos champiñones. También unas estupendas hojas de espinaca fresca, que no merecía la pena trocear porque vienen muy pequeñas y, al cocinarlas, se quedan en nada. He puesto todas estas verduras a hierro en un wok, primero las más duras y, luego, las que tienen menos cochura (el ajo, los champis y las espinacas) a fuego muy fuerte. Sólo he añadido un pelín de pimienta negra recién molida y un golpe de sal gorda. Como todas las cocciones en wok, la idea es jugar con un "fuego" bastante fuerte y mucho meneo de cuchara, para que la verdura se medio-haga rápido y quede al dente. 




Luego he añadido el arroz muy bien escurrido, un par de meneos más y, ya fuera del calor, he rematado con un buen chorreón de salsa de soja. No me preguntéis porqué, pero este detalle es importante: si echáis la salsa de soja "al fuego" en vuestras preparaciones el sabor que queda es completamente distinto, se medio-arrebata, no queda igual de bien. Lo suyo es añadirla al final y con lo que sea caliente pero fuera de la fuente de calor. ¿Por qué? Ni idea... pero os aseguro que es así.

El resultado es un arroz muy sabroso y de inspiración medio-oriental, salteado sobre muchas verduras. Riquísimo, o al menos a mí me lo parece. Ya me contaréis (espero). 

sábado, 28 de marzo de 2015

Batido verde (green smoothy) de manzana, perejil y canela

Los batidos o zumos verdes (green smoothies) son el último grito entre los forofos de la nutrición sana, y uno de los elementos centrales de la dieta de los crudiveganos. Yo no soy vegetariana pero sí una firme y ferviente "verdulera" (que diría Pilar de Suave como bizcocho): reconozco que no tengo inconvenientes ideológicos con el consumo de carne y derivados (más allá de lo más elemental, claro), pero también reconozco mi total adicción a las verduras. Lo verde me pierde, mi dieta tiene ese color en un 70%-80%, y si, por la razón que sea, no tomo verdura un par de días empiezo a reaccionar como un drogadicto en pleno mono: mal humor, nerviosismo, ansiedad... necesito verde. De hecho, hace poco un amigo me hizo caer en la cuenta de que la etiqueta de Gastronofilia para recetas vegetarianas (está en el menú de la derecha del blog) es la que tiene más entradas. Vamos, que no lo puedo remediar, soy verdulera (que no vegetariana) perdida ;) Así que bicheo mucho en blogs y foros vegetarianos, porque me interesan mucho las propiedades y las opciones de esa forma de alimentarse. Y así he descubierto la dieta crudivegana, en general, y los batidos verdes, en particular. Ni me siento capaz ni me apetece alimentarme 100% de esa manera, pero reconozco que he aprendido mucho sobre las ventajas de incorporar a la dieta que cada uno tenga muchos alimentos vegetales, y si además están crudos, mejor. No deja de ser un torpedo de vitaminas y minerales para nuestro cuerpo, nuestra salud y nuestra vida. Bienvenidos sean :)

A grandes rasgos, la idea de los batidos verdes es mezclar (con cierto sentido común) agua, hojas verdes crudas (espinacas, acelgas, perejil, hierbabuena...), fruta, semillas y alguna especia. Los crudiveganos toman batidos verdes a diario porque les aportan, de una tacada, mucho de lo que necesita cualquier persona para estar bien alimentada. Ya os digo que yo no me siento identificada con esa filosofía pero me picaba la curiosidad, así que los probé. Y es una pasada, creedme. Algunas combinaciones no me han gustado (por ejemplo, el apio y la lechuga... :S) pero otras sí, especialmente esta que os cuento hoy: basta con mezclar (en un invento que triture y mezcle muuuuy bien, thermomix o similar) manzana, perejil, agua (mucho mejor si está fría), y algo de canela; además, como hago casi siempre que puedo camuflarlas, añado un puñado de semillas de lino. No hay cantidades exactas en esto, id probando, pero debe haber bastante verde (en este caso, perejil), aunque si os resulta fuerte la cuestión es variar las proporciones. Si la máquina que uséis tritura bien os va a quedar un batido muy fino pero con una capa de espuma que a mí me resulta desagradable, así que lo cuelo. Y me lo zampo, fresquito, del tirón. 




Hay miles de recetas y variantes, basta con que deis un paseo por la red, pero esta receta que os cuento hoy es sorprendente: el resultado (mejor con agua fría, queda mejor) es un batido fresco, muy rico, saciante (os aseguro que en varias horas no vais a tener hambre) y la mar de sano. 

Sé que todo esto suena rarísimo y que, de entrada, echa para atrás. Pero si estáis curioseando en este blog es porque algo habréis leído y/o visto en él que os haya llamado la atención, así que dadme un poco de margen y fiaos de mí. Probad este batido, os va a encantar. Y, sobre todo, contadnos qué os parece :)

sábado, 21 de febrero de 2015

Mac&Cheese (macarrones con queso)

Clásica receta yanki, sencilla y deliciosa, sobre todo para los FOROFOS del queso. Mientras más lleve, mejor. Es una bomba de relojería (si estáis a dieta ni os lo planteéis), pero una buena fuente de macarrones con queso... a los "ratones" nos encanta :) Tiene además la ventaja de ser una opción muy socorrida cuando hay que preparar comida para mucha gente, sobre todo si hay niños de por medio, porque suelen disfrutar mucho con el resultado. La verdad es que, desde el desconocimiento, tengo una imagen muy estereotipada de la cocina de EE. UU.: de entrada tiendo a pensar directamente (y seguro que equivocándome) en lo peor del fast food. Cuando a continuación me sereno y entro en razón, mi siguiente reflexión suele ser que la "gastronomía yanki" al final no deja de ser un apaño, que vende como propias tradiciones de otros países cuya gente ha ido pasando y quedándose por allí, pero que ellos, por sí mismos, tienen poco que decir. Claro que, si lo piensas, ¿quiénes son ellos? Pues eso mismo, una mezcla de muchísima gente de muchísimos lugares que acabaron echando raíces allí, así que es normal que "su" cocina no exista como tal y sea, en realidad, un batiburrillo de muchos sitios. Pero todas estas impresiones que yo tengo son desde el más absoluto de los desconocimientos, insisto. El caso es que esta receta seguro que tiene un origen y una inspiración (digo yo) más italiana que yanki, pero la cuestión es que ellos se la han apropiado y se han encargado de que se la conozca (como algo "típico" de allí) en todas partes. Que al final es de lo que se trata :)

La base no deja de ser una bechamel (yo la hago sobre un sofrito previo de ajo y cebolla en burunoise) más bien líquida a la que, en el punto final, se le añade un poco de mostaza de Dijón (un puntito, no os paséis, si -como debéis- usáis esta mostaza tened en cuenta que es muy fuerte) y muuuuuucho queso; a ser posible mantecoso y que funda bien. Esta salsa-base se puede complicar y ennoblecer a gusto del consumidor (por ejemplo con tacos de bacon) pero, como la cosa tiene ya de por sí las suficientes calorías, yo prefiero no añadir más metralla. Los macarrones (o la pasta que sea, pero lo suyo es que sea una pasta corta) se cuecen según las instrucciones pero, en mi opinión, lo recomendable es parar el asunto y dejar la pasta un punto antes del dente, porque luego llevan un rato de horno y ahí se termina de hacer. Me gusta usar pasta corta integral y hacer la bechamel con harina también integral, queda genial y es más sano. Lo suyo, como siempre que se hace pasta, es empezar con la salsa (en este caso la bechamel con algo de mostaza y muuuucho queso) y cocer la pasta sobre la marcha y al final, nada de enfriarla y reservarla: lo recomendable es añadir la salsa con la pasta caliente y recién escurrida, para que la absorba bien. Esa mezcla se coloca en una fuente que aguante el horno y se napa con muuuuuucho queso: un parmesano y/o un mozzarella, y/o... en la red hay incluso recetas de Mac&Cheese con cabrales... la imaginación al poder. Un rato (10-15 minutos) de horno para que cuaje bien y sobre todo se gratine, y... Una delicia para comidas con mucha gente y, sobre todo, para niños y/o ratones... Las fotos no son (como siempre) buenas, pero os aseguro que el resultado sí :)





sábado, 4 de octubre de 2014

Tortilla de patatas ligera

Vamos a dejar las cosas claras desde el principio: nada como la tortilla de patatas preparada de la manera tradicional. Ni freidora, ni microondas, ni gaitas: en una buena sartén y con aceite de oliva, despacio, dejando las patatas bien pochaditas... Lo malo es que esta delicia es una bomba de relojería si se quiere perder algo de peso, o si la comida muy grasienta no sienta demasiado bien. Y para ambos casos esta versión es estupenda porque, sin ser exactamente el mismo, lo cierto es que el resultado es muy aceptable y permite quitarse un poco el mono ;) Me inspiré en la receta vegana que proponen Iosune y Alberto, los responsable de Danza de Fogones, un blog vegetariano muy interesante que os recomiendo visitar, tanto si sois vegetarianos como si, sin serlo, os encantan las verduras y la cocina sana. A partir de su idea he hecho varias pruebas y he acabado dando con la versión que os cuento, y que preparo con frecuencia. A ver qué os parece :)

Hay que pelar y trocear patatas como soláis hacerlo normalmente para tortilla; a mi en cubitos no me termina de convencer y siempre las corto en láminas finas. También siempre añado cebolla en juliana, me encanta el punto que le da a la tortilla. En una cacerola amplia se pone a calentar un fondo de aceite de oliva (pero no mucho, como para un sofrito) y se incorporan las patatas y la cebolla escurridas con un golpe de pimienta negra recién molida y perejil fresco, se les dan un par de vueltas, y se cubren con agua. Cuando el asunto empiece a hervir se baja un poco y se tapa, dejando que las patatas y la cebolla se cuezan despacio, pero vigiladlo y dadle alguna vuelta de vez en cuando para que no se peguen. Cuando estén tiernas se escurren (suele quedar poco líquido, pero conviene retirarlo) y se cuaja la tortilla con unos huevos y de la manera habitual. ¡Listo!





Sobre esta idea se pueden introducir bastantes modificaciones, a mí me gusta mucho añadirle alguna especia para darle más gracia, o unos calabacines hechos en su jugo en el microondas que, mezclados con las patatas y la cebolla, también permiten obtener una tortilla ligera y muy rica. 

domingo, 6 de julio de 2014

Paté de berenjenas con pimientos del piquillo

Desde que le vi hacer esta receta a Ana Moreno en el programa 100% vegetal tenía ganas de probarla, y por fin hoy me he animado. He introducido algunas variantes (menos de las que me apetecían porque me faltaba un ingrediente, pero ya caerá) y la verdad es que el resultado merece la pena. Me gustan muchos los untables porque resuelvan bien dos cosas que me parecen interesantes: los entrantes para un almuerzo o una cena cuando hay invitados, y los arranques de hambre (ya sabéis: qué hay rápido para untar en pan, que no puedo con mi vida ;D). Y los patés a base de verduras son muy sanos y socorridos para ambas cosas. Para este solo hay que pelar y cortar en trozos gordos un par de berenjenas, y colocarlas en una fuente apta para el horno con dos dientes de ajo pelados y machacados, orégano seco (últimamente tiro de uno que me traje al peso de un pueblo de la sierra de Huelva, y nada que ver con los botecitos), sal gorda, pimienta negra recién molida y un chorreón de aceite de oliva. Se asa esta mezcla en el horno (180º) hasta que esté doradita pero aún entera (en mi caso, en torno a 30 minutos).
Cuando el asado de berenjenas esté listo se lo deja reposar un poco (vamos, lo justo para no achicharrarte manipulándolo) y se pasa al vaso de una batidora. Se le incorporan pimientos de piquillo, entre uno y tres por cada berenjena (en función del tamaño de ambos y de vuestro gusto, a mí me encantan así que pongo dos o tres pimientos por cada berenjena si éstas son grandes), se añade otro chorreón de aceite de oliva, un puñado de semillas de lino (tienen muchísimas propiedades así que las cuelo de contrabando en las recetas siempre que puedo) y se tritura el asunto pero sin insistir demasiado, para que no quede demasiado fino (me gusta que haya trocitos y que el resultado tenga ese punto rústico y casero, pero vosotros mismos). Una vez frío tendréis un untable delicioso y muy sanote :) 

Hay por la red muchas recetas de paté de berenjenas en las que se utiliza tahini o tahina, una salsa a base de sésamo tostado, que debe sentarle de cine a este paté (pensad si no en el baba ganush... qué rico). Mi idea era añadirle al asado de berenjenas un buen puñado de sésamo, pero no tenía :/ la próxima vez cae seguro, a ver qué pasa ;)

sábado, 21 de junio de 2014

Pastel de soja

Sigo dale que te dale experimentando con recetas a base de productos con fitoestrógenos, para engañar a mi cuerpo y que el pobre se crea que todo sigue igual que siempre ;) De todas las pruebas que he hecho hasta ahora una de las que más me convence es jugar con el falso ragú de soja texturizada, porque está realmente rico y permite hacer muchas cosas: pasta, rellenar verduras, o hacer el delicioso pastel de carne que os cuento hoy. He hecho el ragú como ya os he contado pero con algo menos de tomate (porque la idea es obtener un resultado más denso y compacto) y, ya puestos, le he metido más metralla en plan sano: un puñado de semillas de lino, un poco de cúrcuma y otro poco de levadura de cerveza. Estos tres ingredientes son muy sanos y recomendables pero, en mi opinión, hay que disfrazarlos y disimularlos porque ellos solos... en fin... :/ De ahí que los haya colado de matute en el ragú, que con la verdura y el tomate los enmascara muy bien, y este ha sido el resultado.


He cocido al vapor unas patatas, ya peladas y cortadas en trozos gruesos porque así se hacen antes; de paso, al mismo tiempo también he hecho al vapor unas judías verdes para preparar una ensalada de judías verdes que me zampo y disfruto muchísimo en cuanto llega el calor, cualquier día me da una sobredosis... He pasado por la batidora algunas de las papas ya cocidas, algo de leche, un poco de mantequilla, sal gorda y pimienta negra recién molida, hasta obtener un puré de patatas no demasiado denso, porque la idea es usarlo para napar el pastel. 



En una fuente que se pueda meter en el horno se coloca una buena capa del ragú, se napa con el puré de patatas, y se remata con una (generosa, en mi caso) ración de queso rallado; me gusta la mezcla de cuatro quesos que venden en muchos supermercados. Supongo que esta preparación se puede congelar y así disponemos de un plato delicioso y rápido, pero hecho en casa, y sabiendo lo que lleva, que es lo suyo :)



Sólo queda gratinarlo hasta que el queso se funda y quede dorado y crujiente...  una maravilla. Desde luego que este pastel se puede hacer con un ragú convencional a base de carne picada, pero la alternativa que os propongo aseguro es muuuuuy interesante si, por diferentes razones, no podéis o no queréis comer carne y/o os interesa tomar soja. 



sábado, 31 de mayo de 2014

Ensalada de lentejas

He descubierto tarde el buen resultado que da tomar las legumbres en ensalada, pero me he vuelto muy aficionada a prepararlas así. Cuando llega el calor me apetecen poco los potajes pero, al mismo tiempo, echo mucho de menos el cuchareo, de manera que este tipo de ensaladas son una opción estupenda para seguir disfrutando de las legumbres y aprovechar sus muchísimas propiedades. Ya os he contado en alguna ocasión lo que me gustan las lentejas, de hecho es la legumbre que más tomo, antes solo en invierno y ahora, gracias a esta sencilla receta, también verano :) Suelo utilizar las pequeñas: después de tenerlas una media hora en remojo las cuezo en agua con sal y un par de hojas de laurel hasta que están blandas pero al dente. Luego las refresco, las escurro, y las mezclo con tomate, pimiento verde, cebolleta, pepino (todo cortado en burunoise) y perejil fresco. Esto último es muy importante, porque el hierro de las lentejas (y de cualquier otro alimento) se asimila mejor si se combina con vitamina C, y el perejil es una estupenda opción para esto. Como siempre, las cantidades van a ojo pero, en mi opinión, lo suyo es que las protagonistas sean las lentejas: yo suelo mezclar más o menos la misma cantidad de éstas que del resto de ingredientes juntos. Solo queda aliñarlo con sal, un aceite de oliva virgen extra y un buen vinagre (por favor, no os carguéis esta u otra ensalada con esa porquería transparente que venden... merece la pena comprar un buen vinagre), dejarlo reposar un rato y... Ya me contaréis :) 



domingo, 4 de mayo de 2014

Guarnición de cuscús de verduras y pasas al curry

Ya os he contado alguna vez que un paquete de cuscús precocido forma parte desde hace tiempo de mi fondo de despensa: es sano, sencillo de preparar, admite casi cualquier cosa que se te ocurra sobre la marcha, viene bien (por tanto) para un desavío, y el resultado, al menos a mí, me encanta. En Gastronofilia hay ya varias entradas con el cuscús como protagonista (de hecho tiene su propia etiqueta, en el menú de la derecha del blog las podéis ver) porque cada vez investigo más con este ingrediente y suelo obtener buenos resultados que me parecen recomendables. La receta de hoy la he usado para acompañar unas albóndigas, pero me da que tiene la suficiente enjundia para ser un plato por derecho propio. Como muchas otras guarniciones, que tomamos en plan secundario pero que tienen, ellas solas, la suficiente calidad y el suficiente protagonismo como para que les hagamos más caso, creo yo. La receta de hoy es el resultado de sofreír muy poco y a fuego fuerte (para que queden duritas y al dente) varias verduras, en este caso ajo, cebolla y pimiento verde, cortados en una burunoise no muy fina, para encontrarnos luego los trocitos. En ese sofrito se añade un puñado de pasas de corinto (pero sin hidratar ni nada, que eso va a pasar a continuación), un golpe de sal, otro de curry en polvo (sin pasarse, que ya sabéis que esta mezcla de especias engaña bastaste) y la misma cantidad de agua (o de caldo) que de cuscús. En cuanto empiece a hervir se retira del fuego y, en el mismo recipiente, se añade perejil fresco picado y la misma cantidad de cuscús que de líquido. No es necesario pero yo, además, le he añadido como quien no quiere la cosa un puñado de semillas lino; evidentemente no es obligatorio, pero es que yo eso lo hago con muchísimas recetas: si a priori no "protestan" les largo las semillas de lino y tan contenta :) Se le dan un par de meneos al asunto, se deja todo reposar fuera del fuego y tapado, para que la sémola absorba bien y despacio el líquido y el veneno que va en él y, cuando esté (como mucho un par de minutos, y a veces ni eso), se utiliza o bien se guarda, porque admite muy bien un calentón de microondas. 

¿Hacéis cuscús en casa? ¿Cómo y con qué? Contadnos recetas, porque a este ingrediente le pasa lo que al arroz o a la pasta: una vez que te metes a trabajarlo ya no tiene fin....

domingo, 6 de abril de 2014

Flan (salado) de calabaza (by Cristina Nunes)

Hace ya unos años que conocí a Cristina Nunes por asuntos de trabajo y, con el tiempo, se ha acabado convirtiendo por su buen talante en otras muchas cosas (una estupenda compañera con la que da gusto compartir trabajo, viajes y estancias en otros centros, descubrir restaurantes y tiendas...). Pero lo que me interesa destacar aquí y contaros a vosotros es que Cristina es una excelente cocinera y una magnífica compañera de fogones. Me siento muy cómoda con ella en asuntos de gastronomía porque nos gustan las mismas cosas y somos igual de frikis de todo lo que rodea a este mundillo; es la única persona con la que no me siento culpable al entrar en una tienda de cachivaches de cocina porque tengo la seguridad de que, como a mí, le va a encantar pasarse 3298479587 horas dentro trasteando y curioseando. Hace poco pasé unos días con ella y Mariano, su marido, en su magnífica casa en el sur de El Algarve: la excusa eran líos de trabajo pero, claro, aprovechamos para cocinar bastante. Hicimos entre otras cosas croquetas, varios panes, una pasta con setas italianas que todavía me emociona al recordarla... y este flan de calabaza que os cuento hoy. En un viaje a Venecia Cristina y Mariano, por recomendación de un amigo, fueron a la Osteria La Zucca y fliparon con el sitio y, especialmente, con este plato. Al parecer el flan di zucca es una de las ofertas estrella de la carta de este restaurante vegetariano, de hecho si miráis en su menú es el primer plato que aparece, por algo será. Con motivo del aniversario de este local sus responsables difundieron la receta de este plato y Cristina la ha localizado y la ha hecho varias veces, la última cuando estuve en su casa. Aún no la he repetido (ya sabéis, seguro que la tunearé....) pero no he querido dejar pasar tiempo sin contaros la versión original de esta maravilla sana, deliciosa, y muy fiable si queréis dejar sin habla a quien tengáis en vuestra mesa. 

En esta ocasión solo de sido observadora curiosa y fotógrafa de los pasos de la receta; intentaré transmitirla con toda la fidelidad de la que sea capaz, de hecho hasta voy a dar cantidades más o menos exactas, que ya sabéis que no es lo mio. Al César lo que es del César, aunque os comentaré algunas dudas que me surgen... Espero vuestras respuestas y, muy especialmente, las de Cristina, que es la protagonista de este post :)

La cosa parte de un puré hecho a base de rehogar 1 Kg. de calabaza en trozos en mantequilla con un golpe de pimienta negra y sal; si queda espesa se puede y se debe que añadir un poco de leche. Cuando todo esto ya ande como debe de andar (blandito, casi hecho) se pasa por un pasapurés, se incorpora un poco de canela molida y otro poco de nuez moscada, y se deja enfriar.





(Por cierto, no se ve en las fotos pero no me queda más remedio que contaros que la cocina de Cristina es la envidia de cualquier cocinillas: grannnnde, con techo alto, muchas ventanas que dejan entrar la luz del sur de Portugal y dan a un campo repleto de naranjos y limoneros... y en esta cocina hay incluso una chimenea!!!!)
   
A este puré ya frío se le añaden 250 gr. de mascarpone, 80gr. de almidón de patata y 4 huevos enteros, de uno en uno, y despacio. Y ahora me entrometo en la receta, que para algo este es mi blog. a) ¿No se podría sustituir con otra cosa el almidón de patata? Al menos yo no suelo tenerlo en casa... ¿valdría maizena, por ejemplo? ¿O una o dos papas cocinas y desmenuzadas???? b) ¿Por qué los huevos de uno en uno y despacio, si el puré ya está frío? Es lo que dice la receta original, pero...


Luego se prepara (con mantequilla y pan rallado) un molde rectangular, se vierte la mezcla en él, y se cocina al baño de María en el horno precalentado a 180º durante algo más de 1 hora, lo típico, hasta que al pincharlo con una aguja ésta salga limpia.



Solo queda dejarlo reposar unos 15 minutos, desmoldarlo y, tal cual y aún calentito, cubrirlo de queso rallado (a ser posible ricotta curado pero, como no lo encontramos ni por aquí ni por Portugal, Cristina sugiere un buen queso que sea cremoso pero también sabroso y que funda bien), semillas de calabaza previamente tostadas (esto es indispensable, qué ricas... me comí la mitad mientras reposaba el flan ;D) y hojas de salvia rehogadas un pelín en mantequilla.

    
No os hacéis una idea de lo buenísimo que está este flan salado de calabaza. Como os decía antes es una receta infalible para dejar sin habla a los comensales, así me quedé yo cuando la probé :)

sábado, 15 de marzo de 2014

Pudding de brócoli

No me canso de comer brócoli... Bueno, la verdad es que no me canso de comer verdura, sigo sin poder entender eso tan manido de que son aburridas e insípidas. ¡Para nada! Se pueden hacer de mil maneras, a cual más sabrosa, y encima son sanísimas... Pero sobre todo es que están tan ricas... :) Hoy os traigo la receta de un pastel salado a base de brócoli (previamente cocido al vapor) troceado, mareado convenientemente en un sofrito previo de ajo, cebolla, puerro pimiento verdesal, pimienta negra recién molida y un golpe de comino; me gusta añadirle a este sofrito (ya con el brócoli, para que pille el sabor) un golpe de vino fino. Cuando esté bien hecho se añade tomate y se deja reducir un rato. Cuando este refrito esté listo se mezcla con huevos y leche evaporada: la proporción infalible es una lata de lo segundo y tres-cuatro (según tamaño) de los primeros; para hacer menos cantidad dividid las proporciones y punto :) Yo hoy he usado un bote de leche Ideal de 170 gr (me encanta ese formato, es muy útil, aunque solo lo encuentro en el supermercado de El Corte Inglés...) y le he añadido dos huevos no muy grandes. Si lo que queréis obtener es un pudding muy fino y homogéneo este es el momento de meterle la batidora al asunto; yo suelo dejarlo tal cual porque me gusta encontrarme los trocitos :)



La mezcla tiene que cocer y cuajarse, para eso vale o bien el horno (al baño María) o bien el microondas. Si usáis este último, os recomiendo tener en cuenta las recomendaciones que ofrece Oli en su blog Entre barrancos, es decir, lo suyo es ponerlo al 80-75% de potencia y dejarlo hasta que esté cuajado (ya sabéis, que al pincharlo salga lo que sea limpio). Es importante cubrir el molde con film apto para microondas (para evitar que se seque la superficie) previamente agujereado por un par de sitios. No os indico tiempos porque depende de la cantidad que hagáis y de vuestro microondas, a mí hoy me ha bastado con 10 minutos.


Luego debe reposar un poco, lo delmoldáis y... a ver quién es el guapo que sigue diciendo que las verduras no están ricas ;) Este pudding se puede acompañar con alguna salsa (le sienta especialmente bien una buena fritada de tomate) pero os confieso que a mí me gusta tal cual, sin nada más. A pelo, que sepa a brócoli... mmmm :)



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