Clásica receta yanki, sencilla y deliciosa, sobre todo para los FOROFOS del queso. Mientras más lleve, mejor. Es una bomba de relojería (si estáis a dieta ni os lo planteéis), pero una buena fuente de macarrones con queso... a los "ratones" nos encanta :) Tiene además la ventaja de ser una opción muy socorrida cuando hay que preparar comida para mucha gente, sobre todo si hay niños de por medio, porque suelen disfrutar mucho con el resultado. La verdad es que, desde el desconocimiento, tengo una imagen muy estereotipada de la cocina de EE. UU.: de entrada tiendo a pensar directamente (y seguro que equivocándome) en lo peor del fast food. Cuando a continuación me sereno y entro en razón, mi siguiente reflexión suele ser que la "gastronomía yanki" al final no deja de ser un apaño, que vende como propias tradiciones de otros países cuya gente ha ido pasando y quedándose por allí, pero que ellos, por sí mismos, tienen poco que decir. Claro que, si lo piensas, ¿quiénes son ellos? Pues eso mismo, una mezcla de muchísima gente de muchísimos lugares que acabaron echando raíces allí, así que es normal que "su" cocina no exista como tal y sea, en realidad, un batiburrillo de muchos sitios. Pero todas estas impresiones que yo tengo son desde el más absoluto de los desconocimientos, insisto. El caso es que esta receta seguro que tiene un origen y una inspiración (digo yo) más italiana que yanki, pero la cuestión es que ellos se la han apropiado y se han encargado de que se la conozca (como algo "típico" de allí) en todas partes. Que al final es de lo que se trata :)
La base no deja de ser una bechamel (yo la hago sobre un sofrito previo de ajo y cebolla en burunoise) más bien líquida a la que, en el punto final, se le añade un poco de mostaza de Dijón (un puntito, no os paséis, si -como debéis- usáis esta mostaza tened en cuenta que es muy fuerte) y muuuuuucho queso; a ser posible mantecoso y que funda bien. Esta salsa-base se puede complicar y ennoblecer a gusto del consumidor (por ejemplo con tacos de bacon) pero, como la cosa tiene ya de por sí las suficientes calorías, yo prefiero no añadir más metralla. Los macarrones (o la pasta que sea, pero lo suyo es que sea una pasta corta) se cuecen según las instrucciones pero, en mi opinión, lo recomendable es parar el asunto y dejar la pasta un punto antes del dente, porque luego llevan un rato de horno y ahí se termina de hacer. Me gusta usar pasta corta integral y hacer la bechamel con harina también integral, queda genial y es más sano. Lo suyo, como siempre que se hace pasta, es empezar con la salsa (en este caso la bechamel con algo de mostaza y muuuucho queso) y cocer la pasta sobre la marcha y al final, nada de enfriarla y reservarla: lo recomendable es añadir la salsa con la pasta caliente y recién escurrida, para que la absorba bien. Esa mezcla se coloca en una fuente que aguante el horno y se napa con muuuuuucho queso: un parmesano y/o un mozzarella, y/o... en la red hay incluso recetas de Mac&Cheese con cabrales... la imaginación al poder. Un rato (10-15 minutos) de horno para que cuaje bien y sobre todo se gratine, y... Una delicia para comidas con mucha gente y, sobre todo, para niños y/o ratones... Las fotos no son (como siempre) buenas, pero os aseguro que el resultado sí :)
En casa tengo algunos ratones también y aunque insisto en la dieta sana y variada, no tengo más remedio que bajar la guardia en ocasiones y darles una comilona de este tipo porque sé que les gusta y tienen energía para eso y para más. Como vean estos macarrones seguro que los tengo que hacer, deben estar muy buenos.
ResponderEliminarUn beso.
Ay Su qué ricos! Cuánto hace que no los como! Tienes toda la razón, haciendolos integrales rebajamos un punto de colesterol así que tomo nora para la próxima vez que los haga...Te han quedado de muerte! Ya los quisieran unos auténticos boy scaut!
ResponderEliminarUn plato de pasta, sencillo y sabrosisimo.
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