Qué verdad más grande es esa de que pueden salir (y salen) magníficas recetas de #dondemenosteloesperas. Ayer compré en La Plaza del Carmen de Huelva una estupenda pieza de lomo de atún rojo de almadraba de Isla Cristina, con idea de hacer el tataki con sésamo y manzana que borda mi amiga Cristina. La pieza era buenísima así que, lógicamente, valía un ojo de la cara. Pero después de parlamentar con el responsable del puesto de pescado (ir a los mercados los sábados por la mañana, y ser amable y respetuosa con el personal, tiene estas cosas) conseguí que me vendiera la mitad del lomo a un precio muy razonable, después de sacarle unos filetes de #caerte2lagrimones para la amiga con la que estaba buitreando por la plaza. El caso es que me llevé algo menos de 1 Kg de atún a muy buen precio, en una pieza, rojo, precioso, pero... con los bordes cortados longitudinalmente. Llegué a casa, cuadré el trozo de lomo "prescindiendo" de los dos bordes, y lo congelé 24 horas por aquello del pescado semi-crudo (era para un tataki) y el anisakis. Que os confieso que no sé si la cosa es para tanto pero, por si acaso... El caso es que mi objetivo era el tataki de atún, y los restos pues... de entrada como que me daban igual. Pero nos los iba a tirar, así que improvisé esta receta de aprovechamiento, que me ha encantado y que quiero compartir con vosotros. La pienso volver a hacer muchas más veces, pero no como algo secundario a otra receta más noble sino en sí misma, directamente, porque me parece todo un hallazgo. Vamos a ello.
Hay que darle un par de vueltas en la plancha/sartén, muy caliente, a los restos de atún incorporando, directamente en la plancha/sartén, algo de sal gorda. No recomiendo hacerlos mucho, queremos que queden jugosos. Cuando estén, se los deja reposar un rato.
Mientras pierden el golpe de calor, se hace la base de todo salpìcón (o picadillo, como también se le llama) que se precie: pimiento verde, cebolleta y tomate (como siempre que puedo, he usado tomate rosado de Aracena), picados en una burunoise no demasiado fina: me encanta el salpicón "del señorito", con trozos muuuuy pequeños y de bocado, pero con atún fresco salen unas lascas muy hermosas y contundentes que buscan eso, contundencia. Así que recomiendo trozos pequeños pero reconocibles. Vamos, esto:
Cuando los trozos de atún hayan templado y reposado un rato, se pasan a la tabla y se trocean/desmigan groseramente y sin demasiados miramientos:
Solo queda mezclar las lascas de atún con el salpicón y aliñar el resultado con un aceite de oliva virgen extra (el AOVE de vuestra zona que tengáis a mano seguro que estará bien, pero que sea bueno), un BUEN vinagre (por favor, NO os carguéis este recetón con liquiduchos transparentes... gastaos un par de euros más y ennobleced vuestra cocina con un vinagre como Dios manda), y sal gorda.
Creedme, el resultado es de 10. Bueno no, de 20 ;) ¡Y eso que el objetivo era otro, y esto ha sido una sorpresa #dondemenosteloesperas!!!!!! Dentro de 10 días me voy de vacaciones con mi familia; estoy deseando hacerle esta receta a mi padre y a mi hermano Mariano, auténticos devoradores de cualquier salpicón fresquito que se les ponga por delante :)