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domingo, 7 de agosto de 2016

Paté de champiñones

No sé vosotros, pero para mí los patés tienen un peligro... A veces llego a casa tarde, después de todo el día fuera, y como tenga a mano un buen paté me lanzo como una enajenada y me lo zampo del tirón, sin anestesia, con un buen trozo de pan. En el fondo lo que tengo es hambre (de comida y de casa) y me pierde la facilidad de abrir la lata de paté y darle una buena embestida. Que los hay estupendos y riquísimos, pero convengamos en que son una bomba de relojería... Por eso cada vez me gustan más los patés vegetales, que cumplen esa función pero son mucho más sanos y, encima, te los haces tú y sabes lo que llevan. Ya os he contado el buen resultado que me da el paté de berenjenas y pimientos del piquillo, y hoy os traigo otra propuesta vegetal y sana al tiempo que deliciosa, o al menos a mí me encanta. Es verdad que (como todos los patés caseros) hay que dedicarle algo de tiempo, pero tampoco es mucho y, sobre todo, es genial tenerlo preparado, llegar a casa, y atacarle con la tranquilidad de estar tomando algo rápido y cómodo pero sano.

Tal y como yo lo veo, un buen paté (vegetal o no) tiene que ser sabroso y untuoso. Lo primero se consigue condimentando a conciencia la mezcla; lo segundo con una grasa que pegue con lo primero y que, al solidificarse, aporte ese matiz untable tan agradable. En este caso, se trata por tanto de guisotear los champis con varias cosas, y de hacerlo con una grasa sana pero contundente. Me gusta derretir mantequilla en aceite de oliva y, dentro, sofreír uno o dos ajos y cebolla (como la mitad más o menos del volumen de champis) troceados de cualquier manera, con pimienta negra recién molida; cuando estén se añade sal gorda y los champiñones (nada de atajos: frescos, blancos, preciosos, y bien limpios) también troceados sin muchos miramientos; al fin y al cabo luego lo vamos a batir todo.  




Cuando los champiñones hayan perdido parte del agua que sueltan y empiecen a tostarse llega el momento de incorporar sabor al asunto: yo añado perejil fresco, un poco de vino (me gusta utilizar fino), y ajo y cebolla deshidratados. Diréis con razón que la cosa ya lleva de los dos, pero estas especias deshidratadas tienen un regusto tostado y concentrado que me gusta mucho; cada vez las utilizo más. Se deja reducir todo, con el fuego alto, para que el "guiso" se reconcentre. 




Se retira esta preparación a un vaso en el que podamos meter una batidora y, en la misma sartén, se tuestan a conciencia unas nueces (de nuevo, lo como la mitad del volumen de los champis que hayáis utilizado).  




Se añaden las nueces tostadas a la preparación anterior y se bate todo a conciencia. Es fundamental que esté unas horas en la nevera antes de meterle mano, para que se enfríe bien y, sobre todo, la grasa utilizada se solidifique y transforme la mezcla en un untable sólido y agradable.

Si os animáis a hacer este paté os aseguro que os va a sorprender.... ya me contaréis :), por aquí o en la página de Facebook de Gastronofilia.

domingo, 6 de julio de 2014

Paté de berenjenas con pimientos del piquillo

Desde que le vi hacer esta receta a Ana Moreno en el programa 100% vegetal tenía ganas de probarla, y por fin hoy me he animado. He introducido algunas variantes (menos de las que me apetecían porque me faltaba un ingrediente, pero ya caerá) y la verdad es que el resultado merece la pena. Me gustan muchos los untables porque resuelvan bien dos cosas que me parecen interesantes: los entrantes para un almuerzo o una cena cuando hay invitados, y los arranques de hambre (ya sabéis: qué hay rápido para untar en pan, que no puedo con mi vida ;D). Y los patés a base de verduras son muy sanos y socorridos para ambas cosas. Para este solo hay que pelar y cortar en trozos gordos un par de berenjenas, y colocarlas en una fuente apta para el horno con dos dientes de ajo pelados y machacados, orégano seco (últimamente tiro de uno que me traje al peso de un pueblo de la sierra de Huelva, y nada que ver con los botecitos), sal gorda, pimienta negra recién molida y un chorreón de aceite de oliva. Se asa esta mezcla en el horno (180º) hasta que esté doradita pero aún entera (en mi caso, en torno a 30 minutos).
Cuando el asado de berenjenas esté listo se lo deja reposar un poco (vamos, lo justo para no achicharrarte manipulándolo) y se pasa al vaso de una batidora. Se le incorporan pimientos de piquillo, entre uno y tres por cada berenjena (en función del tamaño de ambos y de vuestro gusto, a mí me encantan así que pongo dos o tres pimientos por cada berenjena si éstas son grandes), se añade otro chorreón de aceite de oliva, un puñado de semillas de lino (tienen muchísimas propiedades así que las cuelo de contrabando en las recetas siempre que puedo) y se tritura el asunto pero sin insistir demasiado, para que no quede demasiado fino (me gusta que haya trocitos y que el resultado tenga ese punto rústico y casero, pero vosotros mismos). Una vez frío tendréis un untable delicioso y muy sanote :) 

Hay por la red muchas recetas de paté de berenjenas en las que se utiliza tahini o tahina, una salsa a base de sésamo tostado, que debe sentarle de cine a este paté (pensad si no en el baba ganush... qué rico). Mi idea era añadirle al asado de berenjenas un buen puñado de sésamo, pero no tenía :/ la próxima vez cae seguro, a ver qué pasa ;)

sábado, 22 de marzo de 2014

Queso para untar de salmón, alcaparras y eneldo

¿Os acordáis del post sobre el queso para untar casero de ajo y perejil? Os decía que siempre lo hago así pero que tenía ganas de probar con otros ingredientes, entre ellos el salmón. En un comentario a ese post Rocío me recomendaba hacerlo de esa manera y, como me fío tanto de sus sugerencias (ya me inspirado otras veces en sus recetas por ejemplo aquí), no he tardado mucho en hacerle caso ;) El procedimiento es el mismo que os contaba en el post anterior pero, en esta ocasión, a dos yogures griegos les he añadido un par de lonchas de salmón ahumado cortado a cuchillo muuuuy pequeño, eneldo, un puñado de alcaparras también picadas, sal y un chorrito de aceite de oliva. Después de tener esta mezcla prensada varias horas en la nevera el resultado ha sido un untable de sabor intenso y muy agradable, que ha durado en mi casa poco más de un día... La próxima vez haré en más cantidad, que ya he pagado la novatada ;)

domingo, 16 de febrero de 2014

Queso para untar de ajo y perejil

Si os gustan los quesos en crema para untar no podéis dejar de hacerlos vosotros mismos, jugando con los sabores que más os gusten, y siguiendo esta sencilla receta que aprendí en Amiloquemegustaescocinar. Además del encanto de todo lo hecho en casa, la gran ventaja de esta receta es que podéis dejar volar vuestra imaginación y probar con los ingredientes que más os apetezcan; eso sí, luego nos lo tenéis que contar a los demás ;) La base de la que partir es siempre la misma y nunca falla: dos o tres yogures griegos y sal, que deben reposar prensados para que la mezcla pierda suero y espese. ¡Punto! Lo que más me gusta es utilizar ajo (machacado con el prensa-ajos) y perejil (nada de botecitos, fresco). Como me gustan tanto estos ingredientes siempre hago este queso así, pero tengo muchas ganas de probar con salmón ahumado y eneldo, y con alcaparras y pepinillos en vinagre. Ya os contaré :)

  
Podéis utilizar un paño muy limpio y muy seco, o bien una gasa. Colocadlo en la base de un colador y verted la mezcla encima, poniendo luego el colador sobre un recipiente para recoger el suero.


Cerrad el paño o la gasa formando una especie de paquete con la mezcla dentro y ponedle encima algo de peso; como podéis ver yo no me he complicado mucho la vida ;)




Solo queda meter el asunto en la nevera y dejarlo reposar varias horas, hasta que comprobéis que la base del recipiente tiene bastante suero y, por tanto, el queso ha espesado. Debéis variar el tiempo de reposo en función del punto más o menos espeso que queráis conseguir. Otra precaución es que mientras más tiempo repose (y más suero pierda) más se van a concentrar los sabores, así que... cuidado con la sal ;)

jueves, 2 de enero de 2014

Focaccia de tomillo y ajo

Esta delicia italiana está a medio camino entre la pizza y el pan, y acompaña muy bien un buen queso con cuerpo, o un embutido sabroso, o... lo que queráis, aunque ella sola, a pellizcos, está buenísima. Hay por ahí miles de recetas de focaccia, yo he combinado varias aunque la base (tuneada, ya me conocéis) es del blog de Alicia, del que ya os he hablado en alguna ocasión. He simplificado su estupenda receta, básicamente eliminando algunos ingredientes e introduciendo un segundo levado, a tono con lo que estoy leyendo últimamente de las masas de pan, y este ha sido el resultado. Estoy muuuuuy satisfecha con esto de preparar y hornear masas en casa, es muy gratificante y también muy difícil de explicar el placer que proporciona hacerte tu propio pan (o similares, como hoy), es algo como muy primario y atávico... Mola :) Lo peor es lo de andar pesando y midiendo ingredientes, pero... es cuestión de mentalizase. Otro asunto engorroso son los tiempos, pero el truco (además de mentalizarse) es organizarse para dedicarse, en paralelo, a otras guerras; al fin y al cabo siempre hay algo que hacer en casa ¿no? Dice Xavier Barriga que el principal secreto de un buen pan es la paciencia que no deja, según  él, de ser la mezcla de pan y ciencia :) ¡y lleva razón! Estoy aprendiendo que en esto no valen atajos, la masa tiene que reposar y levar; en ese tiempo que se nos hace eterno coge sabor, cuerpo, aromas... pura magia. Siendo esto así, digo yo que también habrá dejarle su sitio a la anarquía, ¿no? Algo (aunque poco) de eso hay en esta entrada. Que la cabra tira al monte... ;)

Para esta receta que os cuento hay que mezclar en un bol (vamos con las cantidades... :S) 300 gr. de harina de fuerza, 10 gr. de levadura fresca, 40 gr. de agua templada previamente en el microondas, 10 gr. de sal, lo mismo de azúcar (yo he usado azúcar moreno de caña), y... ya me sale el punto anárquico (;D): un chorro corto de aceite de oliva virgen, un puñado de sal de ajo, y otro hermoso de tomillo. Sin pesar ni gaitas, lo que digan vuestras manos. Esta es la base pero podéis (y debéis) añadir/quitar lo que os dé la gana: orégano, romero, tomates secos, aceitunas, queso, bacon... ya iremos probando :) Y todo a puñados o a pellizquitos, dejando que no mande el peso sino el sentido común. ¡Como debe de ser! Ea, ya me he voy quedando tranquila :)

Mezclad en el bol todo y, cuando se haya integrado bien, pasadlo a la encimera y a disfrutar: amasar, amasar y amasar. ¡Esto es lo mejor de la receta! Me encantan las manos en la masa :) He hecho el amasado francés que aquí explica tan bien Bea, de La cocina de Babette; la idea es que la masa se estire y coja aire, que se estire y coja aire... Dicen que lo recomendable (para el pan) son (al menos) 10 minutos de esto, o varias tandas de 10 pliegues con reposo de 15 minutos en medio... :/ Os confieso que no me llega la paciencia para tanto, qué le vamos a hacer... yo he amasado así un rato (no ha llegado a cinco minutos) y ya está. Doy hasta donde doy, ya veremos pasado un tiempo.

Luego he boleado la masa (aquí lo explica muy bien Bea), he engrasado con aceite de oliva el mismo bol de antes, he colocado dentro la masa, la he pincelado con más aceite, la he cubierto con un paño, y la he dejado reposar y levar dentro del horno (por aquello de evitar las corrientes de aire y darle un ambiente lo más cálido posible) durante una hora. Os muestro en dos fotos cómo estaba antes y después, para que veáis cómo coge volumen del asunto :) La masa está viva y crece... ¡esa es la magia! Tarda entre una y dos horas en levar, según la temperatura ambiente... Pan y ciencia :)



Mientras tanto de aprovechado (entre otras cosas) para aromatizar en el microondas (medio minuto al 50% de potencia) aceite de oliva con un par de ajos (yo los he espachurrado con el prensa-ajos) y, ya fuera del micro pero aún templado, he añadido un buen puñado (¡sin medir ni pesar!!!) de tomillo. Y a hacer otras cosas mientras tanto. Insisto, pan y ciencia :)


Cuando la masa haya levado depositadla con cariño sobre papel de horno colocado en la superficie en la que vayáis a hacer la focaccia (en la misma fuente del horno o en una rustidera, lo que veáis). Extendedla con las manos y con (otra vez) paciencia, dándole forma más o menos de rectángulo; luego meted los diez dedos de las manos (qué gustazo), extendiendo un poco más y haciendo los huecos tan característicos de este pan. 


Poned encima el aceite con ajo de antes y más tomillo, tapadlo y dejadlo reposar en torno a media hora para que haga el segundo levado. Más Pan y Ciencia ;) 


A mitad del segundo levado precalentad el horno a 200º y, pasada la media hora, meted la focaccia dentro durante 20-30 minutos no sin antes añadirle por toda la superficie sal gorda o bien sal en escamas; si os va la marcha, añadid más tomillo. Cuando esté doradita y hermosa, sacadla y dejadla reposar hasta que temple. 


Cuando haya reposado dadle un pellizco, saboreadlo con los ojos cerrados e, inmediatamente, os vais al ordenador y me decís qué tal... ;)



domingo, 1 de septiembre de 2013

Tzatziki

No he conseguido probar un tzatziki mejor que el que ofrecen en el restaurante Helas, pero claro, el responsable de este muy pero que muy recomendable local es un griego que trabaja con yogur griego de verdad, sin duda LA clave de esta receta, pero que, al menos a mí, me resulta muy difícil conseguir. Así cualquiera! Pero en su defecto se puede hacer esta crema fría de pepino y yogur con un resultado bastante aceptable, y tomarla fría con pan de pita, o picos, o regañás, o acompañando algo. Bien fresquita es una crema untable muy refrescante y rica, que me encanta preparar en verano a modo de entrante.

Hay (como siempre) muchas variantes de esta receta, yo os cuento cómo me gusta hacerla a mí. Pelo y rallo un par de pepinos medianos (o bien uno grande) con la parte gruesa del rallador, porque me gusta que el tzatziki no quede fino ni homogéneo y encontrarme los trocitos :) Añado sal gorda para que el pepino "sude" y pongo el resultado en un colador sobre algo que recoja el líquido que debe soltar, si esta operación previa no se hace el tzatziki queda muy líquido y debe ser espeso, pastoso, untable. Aquí podéis ver el asunto aunque las fotos son malas, las hice con el teléfono el último día que he preparado tzatziki, aún de vacaciones... :(


Sólo falta mezclar el pepino rallado y escurrido con un par de yogures griegos (evidentemente tal cual, no de los que vienen con azúcar) (si tenéis la suerte de encontrarlos auténticos, mejor que mejor), un ajo desmenuzado con el prensa-ajos, un buen chorreón de aceite de oliva virgen, un golpe de pimienta negra recién molida y sal gorda (ojo, que el pepino ya lleva). Yo no añado ni limón ni vinagre, aunque es bastante habitual. También agradece un poco de eneldo, pero esta vez no tenía...


Ya os digo que el tzatziki debe quedar espeso, y hay un truco estupendo que aprendí en el blog de Alicia, una granadina que vive en Italia y nos cuenta recetas estupendas con fotos preciosas (no sé cuál de las dos cosas me gusta más...). Para espesar un untable (en su caso, un queso a las hierbas), Alicia sugiere poner a escurrir la mezcla dentro de un paño y en un colador, con algo que la prense y la apriete para que pierda líquido. Esta vez no lo hice (ya os digo que estaba aún de vacaciones en una casa alquilada, con arreos de cocinar muy limitados) pero os aseguro que el truco merece la pena :) Así se consigue un tzatziki denso, sabroso, y muy parecido al original.

domingo, 2 de junio de 2013

Ensaladilla de marisco y piña (by GCA-D)

Hace pocos días preparé con mi primo Gonzalo Cadillá (GCA-D) una hermosa fiambrera de esta ensaladilla para llevar a una reunión con muchísima gente y la verdad es que quedó muy rica y gustó mucho, así que tras una cortísima negociación con el cocinero hemos decidido, por unanimidad, subir esta sencilla receta a Gastronofilia. Nos quedan pendientes otras visitas y otros enredos más elaborados, porque Gonzalo es un cocinero de nivel que tiene a quién salir (su padre es ACZ, del que hemos hablado alguna que otra vez), pero todo eso ya llegará, espero que más pronto que tarde. De momento os cuento lo que pasó cuando Gonzalo se coló en mi cocina para preparar juntos esta ensaladilla que los dos os recomendamos, para hacer en casa para vosotros o, sobre todo, cuando tengáis que llevar algo sencillo pero resultón a algún enredo de mucha gente, con la seguridad de que vais a quedar bien.

Necesitamos algún marisco rico pero barato, y ahí que cada uno se apañe como pueda con lo que tenga a mano, claro. Nosotros esta vez hemos usado algo que es muy fácil encontrar en casi todos los mercados de abastos de por aquí abajo: esa mezcla de "colas" de gambas, langostinos, cigalas e incluso algún carabinero, todo rico y fresco pero de piezas pequeñas y sin cabeza, que venden como "restos" de calidad y a muy buen precio para ensaladillas, arroces... Fijaos qué buena pinta :-) Pero (evidentemente) vale cualquier marisco rico y a la mano que tengáis, sobre todo si hablamos de algo que os haya sobrado y no dé para mucha gente pero así podéis reciclar.



Mientras yo pelaba, cocía y picaba en trozos reconocibles estas colas de marisco, junto a una lata de piña al natural...


... Gonzalo cocía y troceaba papas en cantidad, para luego mezclarlo todo con una mayonesa aligerada con un poco del líquido de la piña y algo de leche...



Como siempre que hablamos de papas cocidas, es importante que queden tiernas y mezclarlas con el resto de los ingredientes estando aún tibias, para que absorban bien todo lo que tengan que absorber :-) También es importante servir esta ensaladilla fría, y eso quizá es lo que nos ha fallado esta vez a nosotros, porque al estar de excursión en mitad del campo (en realidad en algo parecido a una playa) las neveras con hielo se reservaban para la bebida... pero si el jolgorio es en una casa y hay donde mantener esta delicia fría os recomendamos que la hagáis, porque es una apuesta segura.

La próxima visita de Gonzalo a Gastronofilia tiene nombre y apellidos: me apetece mucho que hagamos un atún mechado, si es posible con ACZ... me consta que los dos bordan esa receta y le tengo tantas ganas... casi tanto como a guisotear con ellos dos, disfrutando del ratito juntos y la afición compartida... Quizá caiga ahora que llega el verano ;-) Ya os contaré.

domingo, 7 de abril de 2013

Zanahorias aliñás

Esta humilde receta es muy habitual en los bares de mi tierra y, como casi todas las cosas a las que estamos muy acostumbrados y que a veces no nos cuestan nada (por aquí abajo incluso te las ponen gratis al pedir una cerveza en algunas tascas), con frecuencia pasan desapercibidas y no son valoradas. A mí me gustan mucho, quizá porque las zanahorias me encantan de todas las maneras posibles, o porque el aliño que llevan con comino y orégano les da, creo yo, un toque especial. Así que, a pesar de lo simple de la receta y lo poco valorada que está, os la cuento rápidamente en esta entrada. Ah! y no me he equivocado al escribir el título: por aquí las llamamos así, zanahorias aliñás, no aliñadas :D

Basta con pelar y cocer unas zanahorias y, mientras se ponen blandas, se machacan en un mortero con sal gorda unos cominos (enteros, nada de los que vienen ya molidos, que el sabor no tiene nada que ver) y algo de orégano. En el mismo mortero (no es clave para la receta, pero es que yo con tal de fregar menos... ;D) incorporo unos ajos machacados con el prensa-ajos, vinagre, aceite de oliva, y lo mezclo todo bien. Cuando las zanahorias estén al dente pero  aún con cuerpo se apartan del agua y, aún calientes (porque pillan mejor el aliño) se trocean y se mezclan con el preparado anterior. Solo queda dejarlas enfriar y zampárselas, acompañadas de un vinito o de una cerveza muy fría, antes de entrar en asuntos de más calado ;) Un picoteo muy rico mientras se espera algo más noble :)

lunes, 7 de enero de 2013

Tosta de berenjenas y mozzarella

¿Conocéis el blog Cocinar para los amigos, de Jose Mari? ¿No?!?!?! Pues ya estáis tardando en echarle un vistazo y añadirlo a vuestra lista de favoritos. Jose Mari es el responsable de un blog de videorecetas breves y sencillas, muy claras y bien hechas, por el que merece muy mucho la pena pasearse cada semana. Hace poco nos ofrecía una receta de Tosta de berenjenas y tomate que me dejó pillada, como muchas de las cosas que hace, y en la que me he inspirado hoy para preparar esta entrada. He troceado en dados una berenjena bien hermosa y la he tenido, mezclada con bastante sal gruesa, reposando en un colador (para que pierda el punto amargo) mientras troceaba, también en dados, media cebolla y dos tomates, y mientras tostaba media baguette de pan integral. Luego he pochado a fuego alto la cebolla, la berenjena y el tomate, y he aderezado este sofrito con orégano y un golpe de pimienta negra recién molida. La idea del fuego fuerte es que las verduras se hagan pero queden aún enteras, al dente; Jose Mari lo consigue asando la berenjena y el tomate en el horno, yo soy más vaga... Cuando las verduras estén se añaden al pan tostado, se les desmenuza por encima (mucha! me encanta) mozzarella y se le da un golpe de grill hasta que ésta se funda. ¡Listo! Y delicioso :)         

domingo, 25 de noviembre de 2012

Paté de aguacate y atún

Hace ya un par de años que aprendí esta receta de mi amiga Reyes, y desde entonces no he dejado de hacerla cada vez que he tenido ocasión. Es estupenda para un picoteo o como entrante sencillo y resultón cuando hay invitados en casa. Sólo hace falta machacar un aguacate con un tenedor y mezclarlo con una lata de atún en aceite de oliva (añadiéndole también éste), cebolleta o cebolla picada en una burunoise muy fina y sal. ¡Listo! Imagino que si los ingredientes se mezclan con algún armatoste (batidora, thermomix...) el resultado es más homogéneo, pero a mí me gusta hacerlo así y que queden trocitos... que se note que es un paté casero :)

jueves, 16 de agosto de 2012

Piriñaca

¿A que suena raro esto de la piriñaca? Pues en Cádiz es de lo más normal, allí llaman así a una (sabia) manera de aprovechar restos de pescado (frito, asado...) con un picadillo de verduras. Cuando en casa se hace algún pescado en el horno o a la espalda me encanta que sobre, para así hacer piriñaca al día siguiente; la he llegado a hacer con un par de sardinas a la plancha que ya no nos podíamos comer :) 

Estrené el verano a principios de agosto cenando como una reina en un restaurante de El Puerto de Santa María (La Esquinita, muuuuy recomendable) donde, por aquello de ser el primer homenaje gastronómico del verano, nos pudo el ansia y pedimos demasiadas cosas antes del plato fuerte, un magnífico pargo a la espalda. Todo estaba mucho más que rico, vamos, que nos pusimos de grana y oro, y cuando llegó a la mesa el pargo (2-3 Kg calculo yo) casi no podíamos con él, y sobró prácticamente la mitad. Siempre que me pasa esto (y es con frecuencia, porque soy antojadiza y no tengo mucha medida a la hora de pedir comida en los bares, la verdad) pienso en lo sabios que son los extranjeros que, para estas cosas, tienen menos tonterías que nosotros, y piden directamente que les preparen lo que ha sobrado para llevárselo a casa (la tradición es solicitar la "bolsa para el perro" :))))) aunque en realidad sea para ellos). Pensadlo: ¿no lo habéis pagado? pues... lo que pasa es que no estamos acostumbrados, pero en realidad esta costumbre es de lo más sensata.

Esta vez decidimos que era una lástima dejar más de un kilo de exquisito pescado allí y pedimos que nos lo prepararan para casa; de paso, nos llevamos también tres langostinos atrigados bien gordos que nos habían hecho a la plancha y con los que tampoco podíamos. Con una parte del pargo hice croquetas (está feo que yo lo diga, pero salieron.... de lujo) y con la otra preparé la piriñaca que os cuento en esta entrada. Troceé los langostinos y desmenucé el pargo asado eliminando muy bien cualquier resto de espinas pero dejando trozos reconocibles, que es muy agradable encontrarlos :) quedó esto:


Luego piqué menuditos tomate, pimiento verde y cebolleta, los mezclé con el pargo y los langostinos, y aliñé el resultado como siempre (sal gorda, aceite de oliva virgen y un buen vinagre). Todos disfrutamos mucho al día siguiente, claro, pero los que más se alegraron de esta decisión de traernos los restos de la cena del día anterior fueron mi padre y mi madre, porque la piriñaca... los vuelve locos :)

martes, 17 de julio de 2012

Papas aliñás con atún de almadraba y salsa tártara

No sé a vosotros, pero a mí hay algunas combinaciones de sabores que me parecen especialmente deliciosas. Una de ellas es la mezcla del atún con los pepinillos en vinagre. ¿Por qué? Pues no lo sé, pero me encanta :) Y esa fusión tan rica es la inspiración fundamental de estas papas aliñás (sí, nada de "patatas aliñadas", por aquí abajo nos referimos a ellas como las  llamamos al hablar a nuestra manera, papas aliñás :D), que no tienen ninguna complicación y para las que, además de un par de trucos que ya os he contado antes aquí o aquí, solo combiene tener en cuenta que una gran parte del asunto va a depender de la calidad del atún que utilicemos. Yo soy una forofa de las conservas de Usisa, y el atún de almadraba que comercializa esta empresa de Isla Cristina es una maravilla. Es verdad que es un pelín (solo un poco) más caro que las latas de atún de vaya-usted-a-saber-donde en aceite de girasol (?) que venden bajo marcas blancas, pero es que la diferencia entre ambos no tiene color... ni sabor. E, insisto, la diferencia de precio no es tanta. Mientras pueda, prefiero seguir apostando por productos buenos de empresas con nombre y apellidos y de aquí, y si son locales con más razón, cada vez lo tengo más claro.
Para elaborar esta ensalada solo hay que cocer unas papas (enteras y con piel) y, aún tibias, trocearlas groseramente; de camino también cocemos un par de huevos que rallaremos y añadiremos al asunto. Luego se mezclan con cebolleta en burunoise, perejil picado fino, y un buen atún de almadraba en conserva desmenuzado; también queda de lujo con melva y, sobre todo, con caballa. Si tenéis el buen criterio de usar estas conservas en aceite de oliva, NADA de escurrirlo: las papas cocidas tibias van a absorver el aceite, impregnándose de todo su sabor y del puntito del pescado, de manera que el resultado va a ser mucho más exquisito. Sí, las papas van a engordar más si chupan este aceite, pero... no estamos hablando de dietas ni de adelgazar, sino de aprovechar al máximo sabores y darnos un homenaje, que con la que está cayendo nos lo merecemos (kilos mediante). 



Luego solo hay que preparar una buena y sabrosa salsa tártara y mezclarla muy bien con lo anterior. Y listo. Un delicioso aperitivo (con la papa troceada muy fina y presentada en cucharitas queda de lujo como entrante), o una ensalada de primero, o un picoteo con la cervecita, o...   

domingo, 1 de julio de 2012

Ensaladilla rusa complicadísima

Cada vez que me ponen delante como "ensaladilla rusa" los preparados esos congelados cocidos, luego mezclados con mayonesa de bote y, a lo sumo, con un par de latas de atún, me dan las siete cosas. No entiendo que se recurra a esa abominación cuando hacer una ensaladilla rusa razonablemente decente es tan complicadííísimo como os cuento en esta entrada. Seguro que no es la original, y veréis que también tiro de algún que otro atajo, pero... nada que ver con lo otro, creo yo. La cosa es tan enrevesada como cocer, enteras y con piel, unas patatas (prefiero usarlas de tamaño medio, para acabar antes), un par de zanahorias (idem) y huevo (las cantidades, como siempre, a ojo). 


Cuando el lío lleve 10 minutos hirviendo se saca el huevo y se mete en agua fría, para cortarle la cocción. ¿El tiempo con el resto? Pues basta el sofisticado método de la punta del cuchillo... a mí me gusta apagar el fuego cuando las patatas están ya algo blandas pero aún enteras, porque se terminan de hacer con el calor residual. Luego se escurren y se dejan atemperar. Cuando las patatas y la zanahoria hayan perdido un poco el calor se pelan y se trocean muy menudas; a mí incluso me gusta (para las patatas) usar la parte gorda del rallador para que queden bien desmenuzadas y casi se dejen de notar, completamente mezcladas con todo lo que viene después.


El huevo duro también lo rallo y, a esa mezcla, le añado un puñado de guisantes, algunos palitos de cangrejo picados chiquititos, algo de atún en aceite desmenuzado (últimamente estoy flipando con el de la marca Tejero, de Isla Cristina, la mojama y las conservas de Usisa son una pasada) y mayonesa casera. Se mezcla todo bien-bien y a la nevera, a que coja algo de frío para que compacte y se quede como se tiene que quedar.


Esta receta base se puede complicar tanto como se quiera: aceitunas, pimientos morrones, gambas cocidas (en vez de los palitos de cangrejo), pepinillos en vinagre y alcaparras (como hace Laura, y lo pienso probar cuanto antes porque me parece una idea estupenda)... Pero en este post quería contaros la receta para mí más básica, la que siempre hago, con o sin complicaciones añadidas. Sencillamente de esta manera que os he contado os aseguro que queda muy rica, y desde luego si la ennoblecéis con alguna de las sugerencias anteriores, mejor que mejor. ¿De verdad es tan complicado???? Ahora convencedme de las ventajas de mezclar con mayonesa de bote el engrudo que venden congelado...

Llegando esta época suelo tener casi siempre esta ensaladilla rusa como fondo de nevera, me gusta especialmente (y no sé por qué) como acompañamiento de unos filetes de pechuga de pollo a la plancha, pero también ella sola, sin más. Bueno, con una cerveza fresquita...y buena compañía ;)

jueves, 12 de abril de 2012

Empanadillas de caballa, tomate y huevo

Hace tiempo que dejé de comprar empanadillas de esas que vienen congeladas, definitivamente no merecen la pena, prefiero hacérmelas yo misma, rellenándolas de lo que me de la gana y, luego, congelarlas. Basta con tener cuidado con algún que otro detalle para obtener un resultado estupendo, mucho más rico que eso que venden por ahí, nada que ver. Las empanadillas caseras (bueno, casi, la masa sí que la compro ya hecha) tienen además la ventaja de poder brujulear e investigar, probando con rellenos de lo más variados. A veces se acierta y otras veces no, pero es divertido :) Ya os he contado lo ricas que quedan rellenas de espinaca, puerro y queso feta, una receta inspirada en las Spanakopitas que aprendí en el blog de Elena y que os recomiento (la receta y el blog, pero sobre todo lo segundo). 

Estas que os cuento hoy no tienen nada de original, salvo que me faltaba un ingrediente (pimiento verde, qué rico en las salsas de tomate frito) y otro (el atún) lo he sustituído (por caballa), pero como se mantiene lo esencial de la receta el resultado es estupendo :) Necesitamos un paquete de obleas para empanadillas para, dentro de ellas, poner un relleno a base de atún o caballa (que es lo que hoy he utilizado, porque se me habían acabado las latitas de atún), pimientos morrones o, mejor, del piquillo bien picados, y una fritada de tomate hecha con un refrito de cebolla en burunoise, sal, un pelín de azúcar (por aquello de la acidez del tomate), un golpe de orégano, otro de perejil fresco picado, y una lata pequeña de tomate triturado. Os recomiendo hacer esta fritada añadiendo también pimiento verde, que yo hoy como antes os contaba no he usado porque no tenía, pero que le sienta de maravilla al tomate frito.


En estas empanadillas también me gusta mucho añadir huevo duro rallado con la parte gruesa del rallador. Hoy he aprovechado para estrenar un artilugio que me compré (y más cositas, claro) la última vez que estuve en Casa. ¿A que es bonito???? Y muy útil para hacer un único huevo duro sin el rollo del cacito y mucho más rápido, basta con poner el huevo crudo, tal cual, cerrar el recipiente, y tenerlo en microondas unos 50-60 segundos (depende del horno, en el mío hicieron falta 50 segundos) (¡50 segundos!!!! ¡y sin cacito!!!!) a máxima potencia.






Hay que mezclar el relleno con todo lo que os acabo de contar y, muy importante, dejarlo enfriar antes de formar las empanadillas. Este truco es fundamental en cualquier empanadilla y también en cualquier empanada, u hojaldre, o tarta salada que hagáis; si el relleno está caliente la harina de la masa se empapa y, luego, no se queda como debe.

También es importante ser precavidos en este paso: a estas alturas del partido (y con el olorcito del relleno...) tendréis hambre y es muy probable que os tiente la idea de poner muuuucho relleno; pues no, es mejor ser austeros, porque si colocáis una cucharada demasiado hermosa en las obleas no las vais a poder cerrar en condiciones, os van a rebosar, un lío. Menos es más ;) Las empanadillas se cierran con un tenedor (salvo que os dé el punto coqueto y queráis hacerles el repulgue típico de las empanadas argentinas, que queda tan bien) y se fríen en aceite bien caliente. 



Si hacéis en cantidad y queréis congelar, basta con colocar las empanadillas ya rellenas y cerradas pero aún sin freír y separadas en una bandeja forrada con papel (film, de aluminio, de horno... da igual, es solo para separarlas bien de la bandeja luego), meterlas en el congelador, y cuando estén como piedras sacarlas y meterlas en una bolsa; luego se fríen sin descongelar, del tirón, en aceite bien caliente, y quedan estupendas. Como las croquetas, vamos. Y así tenéis un segundo casero y apetecible, listo para un desavío :) pero hecho en casa, sabiendo lo que lleva y lo que os coméis. Y que, además, os permite inventar y jugar con miles de opciones de rellenos, ¿cuáles se os ocurren?  
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