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domingo, 10 de septiembre de 2017

Crema fría de pepino y yogur

Ea, pues se acabó el verano (:/). Al menos en teoría, porque aquí abajo ya estamos trabajando pero aún nos queda, como poco, un mes de calor-calor que nos traerá temperaturas de verano (sobre todo el famoso veranillo del membrillo, que suele coincidir -vete tú a saber porqué- con San Miguel, de hecho también se lo llama así). El caso es que aunque hayamos aterrizado y volvamos a la rutina sigue haciendo (mucho) calor y, como en junio y julio, las temperaturas que tenemos que lidiar al sur de la península llevan, entre otras cosas, a seguir alimentándonos en modo verano. Por eso os traigo la receta de una crema fría que descubrí en primavera y que, desde entonces, se ha convertido en un básico (un must, que dicen ahora los finolis) de mi casa para alimentarse pero también hidratarse frente al calor. Porque el verano se habrá terminado pero, por aquí, nos quedan todavía unas semanas fuertes y duras.

Os dejo solo la imagen del pre- porque las fotos que he hecho del pos- no me convencen... no dejan de ser un vaso con un líquido blanco. La cosa consiste en batir a conciencia un yogur griego (por su cremosidad y sabor, pero vosotros mismos, aunque he hecho pruebas y, definitivamente, lo suyo es yogur griego) (eso sí, el yogur que uséis que sea sin azúcar, que esta es una receta salada), un pepino por cada yogur, ajo (me encanta, pongo uno hermoso por cada 3-4 yogures + 3-4 pepinos), sal, un buen chorreón de AOVE, y un golpe (ya veis en la foto que soy generosa, me gusta mucho) de eneldo. No hace falta añadir agua, el pepino ya tiene suficiente. Se bate todo a conciencia y listo. Si queréis podéis colarlo o pasarlo por un chino, yo no suelo hacerlo porque no me molestan los (pocos) grumos que quedan.

El resultado es una especie de crema ligera o batido líquido, salado y refrescante, la mar de rico. Me parece fundamental zampárselo bien frío, pero que muy frío, así que nada de hacerlo sobre la marcha: se tiene que hacer y dejar enfriar. Esta crema de pepino y yogur entra la mar de bien, y se agradece mucho como primer plato cuando el calor aprieta y quieres refrescarte y alimentarte a la vez. Para que os hagáis una idea, este verano incluso la he alternado con el gazpacho y no recuerdo haberlo dejado de tomarlo ni un día en verano desde... Y creo que voy a seguir combinando estas dos cremas frías, porque así varío de primer plato pero comiendo sano y fresquito. Vamos, todo un descubrimiento que os recomiendo :)

domingo, 9 de febrero de 2014

Crema de ajo

Este año por mi cumple me han regalado una pequeña joya, el recetario de sopas y cremas de Anne-Catherine Bley. Curioseando por la red he descubierto que esta señora es la responsable de Le bar à soupes, un rinconcito en Paris dedicado a calentar el estómago y animar el alma a base de cuchareo. Leer el librito de recetas de Bley me ha encendido la imaginación, especialmente su propuesta de crema de ajo que, inevitablemente tuneada (;D), os cuento en este post. La receta es de lo más simple y con ingredientes de los que siempre hay de fondo de cocina, de manera que es ideal para esos días en los que te pilla el toro y no sabes qué hacer. El resultado es delicioso si (como yo) sois forofos de las sopas y las cremas. Espero que os guste :)

Para obtener más o menos un litro de crema hay que pelar y trocear groseramente (luego los vamos a triturar... para qué complicarse la vida) dos cabezas de ajo, un puerro hermoso o dos pequeños, dos o tres patatas (esas sí que debéis cortarlas en trozos pequeños, si no la cosa se alarga mucho), y sofreírlos en aceite de oliva y un poco de mantequilla. La crema sale mucho mejor si se empieza por el ajo solo y se lo deja un ratito, sin que se haga, lo justo para que el aceite pille su sabor antes de añadir el puerro y la patata. Cuando todo el asunto tenga ya consistencia casi como para tortilla se añade medio litro de leche y otro medio de agua, se adereza con sal y pimienta negra recién molida, y se deja cocer un rato. Luego se tritura bien y, si os gustan las cremas finas, se cuela usando un chino o un pasa-purés. ¡Listo! Una delicia reconfortante para los días de lluvia y frío, esos que no queda más remedio que pasar y que además hacen falta para que luego el campo dé las maravillas que da, pero que se hacen más llevaderos con un tazón de algo calentito entre las manos. 

sábado, 23 de noviembre de 2013

Sopa de picadillo para #RecetasSolidariasParaNavidad

Esta deliciosa sopa es uno de los clásicos en la cena de Nochebuena en casa de mis padres; la solemos tomar al final, calentita, para asentar el estómago después del lote de otras cosas que se ponen a la mesa ese día. Algún año hemos acabado completamente hartos y mi madre ha propuesto dejarla para el día siguiente, pero a esa (mala) idea le ha seguido una sarta de protestas de todos, sobre todo de mi padre y de mis hermanos Mariano y Carlos, que son los más soperos del mundo mundial. En nuestra Nochebuena la cena acaba con un buen plato de sopa de picadillo sí o sí, y no hay más que hablar :) La versión navideña de mi madre tiene como base el caldo de haber cocido el pavo trufado y sabe a gloria, pero en realidad esta sopa puede hacerse con otros fondos de caldo, menos liosos y (sobre todo) más económicos. Como la propuesta que os cuento hoy, mi segunda contribución a la genial iniciativa #RecetasSolidariasParaNavidad: recopilar recetas económicas, asequibles, y a ser posible a partir del aprovechamiento de otros líos. El objetivo es que, entre todos, ofrezcamos ideas interesantes para las fechas que vienen, en las que el que más y el que menos ha recibido un tijeretazo en su bolsillo. Pero es que hay (muuuucha) gente a la que, directamente, le han quitado el bolsillo entero, para dárselo a... bueno, mejor no abramos ese melón, que voy a cabrear y esa no es la idea. El objetivo de #RecetasSolidariasParaNavidad es compartir recetas que permitan poner encima de la mesa delicias a la altura de estas fechas, pero ajustadas a las posibilidades de las (muuuuchas) familias a las que esta dichosa crisis está obligando a apretarse (muuuucho) el cinturón, y también para todos los que están (estamos) mirando todo el santo día lo que vale cada cosa.

Para hacer una buena sopa de picadillo hacen falta tres cosas: un fondo de caldo, huevo duro picado y tacos de jamón. En invierno me gusta hacer caldo de pollo por litros, luego lo congelo en botes y voy tirando de ellos para muchísimas cosas. Dependiendo de la cantidad que queráis hacer, solo hay que poner a hervir una o dos carcasas (si solo queréis el caldo) o bien uno o dos cuartos traseros (si os interesa hacer alguna otra cosa luego con el pollo cocido), retirando las veces que haga falta la espuma que sale, y añadiendo verduras (lo que tengáis, pero no deben faltar zanahoria, puerro, apio y nabo), sal y un manojo de perejil fresco. Claro que se puede complicar y ennoblecer este caldo (por ejemplo con un hueso de jamón, o uno de codillo con su tuétano, o tocino, o espinazo, o...), pero la versión básica que os acabo de contar es económica, muy sana, y os aseguro que deliciosa. Y claro que se puede (y se debe) utilizar el caldo que obtenemos al preparar un puchero :) Pero si no tenéis, coced la preparación anterior (a pelo no menos de una hora, en una olla exprés o en una super-rápida menos tiempo, claro), la coláis, y así tendréis un magnífico caldo de pollo útil para muchas cosas. Por ejemplo para, añadiendo huevo duro (yo suelo rallarlo, que es más rápido) y tacos de jamón (los que vienen en paquetes pequeños son baratos y dan el avío para este tipo de recetas), poner en la mesa una estupenda sopa de picadillo, en fechas nobles o en días normales y corrientes, sólo para disfrutar con la cuchara :)

domingo, 17 de febrero de 2013

Espinacas a la crema

Con el frío apetecen mucho los platos contundentes y con metralla (grasas y demás), pero también las cremas calentitas a base de verduras que, siendo más ligeras, alegran el alma y encajan el cuerpo la mar de bien. Como esta que os cuento hoy, que tiene además la ventaja de  ser a base de ingredientes sencillos, de esos que se pueden tener en casa y dan su apaño para  un desavío, de manera que disfrutar de este platazo no requiere mucha planificación previa ni hacer nada raro o especial. Me gusta usar espinacas congeladas (las frescas las prefiero para ensaladas, qué ricas) de las que vienen ya picadas, que dan muy buen resultado para esta y otras recetas. Las mareo en un refrito de ajo  y cebolla en burunoise, añadiendo a mitad del asunto sal, comino, y pimienta negra recién molida. Cuando todo se ha mareado y mezclado como corresponde, incorporo harina de repostería y nuez moscada, doy algunas vueltas, y luego voy añadiendo leche hasta conseguir el espesor de una crema. Como en todas las preparaciones que requieran una bechamel (que al fin y al cabo es lo que estamos haciendo), mientras más revolvamos y revolvamos la mezcla mejor :) Esta crema así sola está muy rica, pero se puede ennoblecer con picatostes, o con gambas peladas y fritas, o con huevo duro, o... con lo que os apetezca.

Mi prima Macarena me pidió hace tiempo esta receta y se la mandé por Facebook, aunque no sé cómo le ha ido con el asunto. En cualquier caso ahora se la cuento por esta vía, y se la dedico a ella y a su marido, Arturo, del que he aprendido una par de buenas cosas en cocina

miércoles, 20 de junio de 2012

Crema (fría) de calabacines y manzana

Le tenía muchísimas ganas a esta receta desde que ví la entrada del blog Un papelito de Lidia, a la que conocí en uno de los talleres que he hecho con Anna Mayer. Por alguna razón no me apetecía hacerla en invierno, y ahora lo entiendo, porque esta crema está especialmente rica y es muy refrescante con los calores que ya empieza a hacer por aquí abajo. Como casi siempre he variado algunos detalles pero, en esencia, la inspiración es de la receta de Lidia, ¡gracias!!!!!

Necesitamos calabacines bien hermosos y prietos, de un tamaño medio (si son muy grandes tienen mucha pepita y poca pulpa, y no estamos para eso), manzana (para comer y cocinar me encantan las Fuji) y cebolla. Para tres calabacines he usado media cebolla y media manzana grandes; como siempre, las cantidades son a ojo.


Le he dado un golpe de un par de minutos en aceite de oliva virgen a la cebolla y a la manzana troceadas groseramente, porque así se empiezan a caramelizar y dan un toque magnífico.


Cuando llevaban escasamente un par de minutos he añadido los calabacines con su piel (y también troceados de cualquier manera), le he dado otro par de vueltas, para luego cubrirlo todo con agua, sal y un toque de pimienta negra recién molida. Y a hervir; en olla super-rápida he tenido este invento cinco minutos. Al abrir la olla y disfrutar de ese primer golpe de olor no dejaba de pensar en algo refrescante, así que me ha dado un arrebato, me he ido a la terraza, y he recolectado un buen puñado de hojas de hierbabuena de mi maceta que he añadido tal cual, sin pensármelo dos veces. Luego he pasado todo el invento por la batidora y por el chino, para obtener una crema muy líquida y ligera que hay que zamparse fría, muy muy fría. Deliciosa en veranito, con los calores, para salir del gazpacho diario... ya me contaréis :)

domingo, 20 de mayo de 2012

Vichyssoise 2.0

En otra entrada ya os había hablado de esta deliciosa crema fría y, al final del mismo post, rectificaba en algunos detalles a partir de algunos comentarios que entonces hicisteis. ¡Gracias! Esa es la idea de un blog, compartir, comentar, y que todos aprendamos. He seguido trasteando desde entonces y he modificado en parte mi manera de preparar la Vichyssoise, así que os subo esta segunda versión, más contundente y sabrosa que la primera aunque muy parecida a aquella e igual de sencilla, y que es la que vengo haciendo desde hace meses. Sigo recomendando no sofreír los ingredientes básicos (puerro y patata a partes más o menos iguales), pero ahora los cuezo en leche (sin ni un pelo de agua) con mantequilla y aceite de oliva, y por supuesto sal gorda y pimienta negra recién molida. Ya os he contado que me estoy aficionando a camuflar semillas de lino en muchas de las cosas que hago, y esta es una, así que le añado un puñado. El resto de la receta es igual de simple: cocer el tiempo que sea necesario, batidora, y chino o pasapués para que quede fina. Y a tomar fresquita, que ya va apeteciendo :)

domingo, 29 de abril de 2012

Crema de troncos de champiñones

Si tenéis la buena costumbre de comprar los champiñones enteros (y a ser posible en algún mercado, o en una tiendecita pequeña, por favor, nada de bandejas blancas....) y guisotearlos a vuestro antojo os habréis encontrado más de una vez con que os sobran los piés (por aquí decimos troncos) y os da pena tirarlos. ¡Ni hablar! Se pueden hacer con ellos muchas cosas: un revuelto, añadirlos a un arroz, o a una estupenda crema como os cuento en esta entrada. Como sus hermanos mayores, los troncos o piés de champiñones se merecen ser limpiados (sobre todo en la base, que lleva tierra, y lo suyo es prescindir de esa parte), enjuagados e inmediantamente secados (esto es importante) para luego trocearlos y usarlos a vuestro antojo. Por ejemplo como en esta ocasión: sofreídlos junto a puerro y patata (como la misma cantidad juntos que de troncos de champiñones), aderezadlos con algo de pimienta negra recién molida y sal gorda, y cuando más o menos esté todo eso como debe estar, le añadís nata o mejor leche evaporada, y dejáis reducir el asunto. Luego se pasa por la batidora y se cuela (el puerro.... ya se sabe) en un chino o un pasapurés. Y queda una magnífica y sabrona crema, que os encajará el cuerpo y el alma, y os hará pensar que esto de reciclar restos de verduras es una muy buena costumbre :)

sábado, 24 de marzo de 2012

Crema verde

Todavía hace algo de frío y apetecen las cremas calentitas. Esta que os cuento es sencillísima y vistosa además de muy sana. Me la inventé un día que me dió el punto juguetón y tenía ganas de improvisar, y el resultado me pareció tan rico que la he repetido varias veces y os la cuento hoy. Basta con cocer en agua con un poco de sal, unas semillas de comino (pocas) y un hilo de aceite de oliva, las verduras verdes que queráis (a mi me gusta utilizar espinacas, guisantes, judías verdes y brócoli, que son las que siempre tengo en el congelador), un buen puñado de perejil fresco y patata, que es la que le da el punto cremoso sin tener que recurrir a la nata o algo que se le parezca. Aquí tenéis el antes.

Yo suelo hacerla en la olla super-rápida y la tengo funcionando cinco minutos, si usáis una olla convencional pues hará falta algo más de tiempo pero tampoco mucho, lo que tarde la patata en ponerse como debe. Luego solo hay que meterle la batidora al asunto y pasarlo por un chino o un pasapués, para que quede fina. Me gusta que el resultado sea más bien suelto y líquido, pero lógicamente se le puede dar el punto que cada uno prefiera jugando con la cantidad de agua.




¿Os apetece meteros entre pecho y espalda este cañonazo de cosas buenas????? Pues animáos porque, como habéis podido ver (bueno, leer) no puede ser más simple. Después de esto, que alguien me justifique porqué seguir comprando cremas de verdura "enlatadas" o "entetrabrickadas".... no hay color (nunca mejor dicho).

martes, 29 de noviembre de 2011

Sopa de ajo

Esta delicia es muy sencilla de hacer y entra especialmente bien los días de frío, en los que hace falta un reconstituyente que encaje el cuerpo y lo deje del derecho... esos días, lo suyo es hacerse una sopa de ajo y dejar que la alquimia de la cocina y la naturaleza hagan su trabajo :) Lo recomendable es usar como base un caldo de pollo suave y casero, como he hecho yo hoy, pero os confieso que, cuando no hay, el resultado usando los caldos que venden en tetrabrick es mucho más que aceptable. Así (con caldo de bote) me enseño de hecho esta receta Isabel Mendoza, a la que nunca se lo agradeceré bastante.

Sólo tenemos que laminar bastantes dientes de ajo (como 4 ó 5 -gordos- por litro de sopa, yo añado incluso más, pero es que a mí el ajo me gusta mucho...) y sofreírlos muy poco en un fondo generoso de aceite de oliva. Cuidado con este paso, ya sabéis que el ajo se arrebata enseguida. Antes de que eso pase (de hecho, con el ajo aún blanco) se añade pan cortado en láminas todo lo finas que podáis, lo recomendable es que tenga uno o dos días, así se corta mejor y, de paso, aprovechamos restos. Sofreíd sin compasión el pan con el ajo, que se desmenuce el primero, que pille bien el aroma y el sabor del ajo y el aceite de oliva, que se quede bien tostado, casi-casi como para unas migas. Cuando el pan y el ajo estén listos añadimos un buen pimentón de la Vera, damos un par de vueltas (pero sólo un par, como se os arrebate el pimentón... adiós sopa) y agregamos el caldo de pollo, rectifinado de sal (eso dependerá, claro, del caldo) y añadimos un pelín de pimienta negra recién molida y un toque de perejil fresco picado. Hay que dejar cocer esto un rato, para que se integren bien los sabores, y rematar el asunto incorporando uno o dos huevos (por litro de sopa) batidos, removiendo con firmeza al añadirlos para que se cuajen en la sopa muy bien desmenuzados. 

Y listo. Una sopa sencilla, sabrosa y que, os lo aseguro, recompone el cuerpo. ¡Que aproveche!

jueves, 27 de octubre de 2011

Crema de calabacines

Un clásico, no os cuento en esta entrada nada que no sepáis. Pero es que esta crema está tan rica... y entra tan bien ahora que ya hace algo de frio... Encima es muy sencilla y rápida de hacer, así que no hay excusa :) A mí me gusta empezar dándole un golpe de calor (sin pochar, sólo enseño el aceite caliente) a algo de puerro y patata troceados, junto a unos buenos calabacines que, si no tienen golpes, muescas, ni nada por el estilo, incorporo lavados pero con la piel, porque he leído en varios sitios que ahí hay muchísimas vitaminas y tampoco vamos a prescindir de ellas, digo yo. También añado en este primer paso pimienta negra recién molida y algo de sal y, como os digo, sólo le doy un par de vueltas en aceite, sin llegar a pochar las verduras, porque creo que este golpe de calor y aceite le da un toque y un sabor especiales a las cremas.

  
Luego añado leche hasta cubrir y varios quesitos en porciones (como me gustan añado unos cuantos, más o menos cuatro o cinco por cada litro de crema :D). Nunca uso nata, que es el ingrediente habitual en esta y otras cremas, porque me resulta más pesada y, además, he descubierto que con leche, patata y quesitos se obtiene un resultado bastante parecido en cuanto al punto cremoso, pero mucho más ligero. La receta original que me dieron hace años también incluía una o dos pastillas de caldo, pero a mí me dan algo de grima (¿de qué están hechas???? de deshechos, ¿no? pues...) y sin ellas queda una crema muy sabrosa, así que paso. Por cierto, que al parecer se pueden hacer (las pastillas concentradas) en casa, con los ingredientes que uno quiera y controle, a ver si me entero y os cuento algo.


Volvamos a la crema. El calabacín tiene poca cochura y las patatas se han mareado en aceite, así que el asunto tiene poco tiempo de cocción; yo suelo hacer esta crema en la olla super-rápida y le doy cinco minutos, que va más que despachada. Pasado ese tiempo es el momento de probar y rectificar de sal y pimienta, por si nos hemos quedado cortos; si ha sucedido lo contrario y se nos ha ido la mano, un buen truco es poner la crema a cocer más tiempo (no le pasa nada) con más leche y otra patata; ésta absorverá el exceso de sal y el resultado será más aceptable.

Le meto la batidora a la olla y luego lo paso todo por el chino, para obtener una crema más fina y sin ningún grumo. Como muchos sabéis lo que queda es una delicia, sana y reconstituyente, tanto para tomar calentita ahora que llega el invierno como para degustarla fría en verano.   


Como todas las buenas recetas esta es muy conocida pero admite variantes. Una de las que más me sugiere y me tienta es la de Lidia, del blog Un papelito, que propone una crema de calabacín con manzana a la que le tengo muchas ganas. De hecho hoy pensaba hacerla, pero no tenía manzanas :( otra vez será. Vosotros ¿conocéis más variaciones de la crema de calabacines? ¿Cómo la hacéis?

lunes, 4 de julio de 2011

Vichyssoise

Vaya por delante que mi forma de hacer la vichysoisse no es la clásica: no uso cebolla, ni nata, ni mantequilla, ni caldo. Pero el resultado, como comprobaréis si en algún momento os animáis a seguir esta receta, es una deliciosa y ligera crema fría, ideal para el verano y los calores. A mí me encanta dejarla preparada y enfriando en la nevera antes de la sesión de playa y, a la vuelta, nos la zampamos de primer plato bien fresquita antes de un segundo más contundente. La vichysoisse tiene además, como ya os comenté en otra entrada, la particularidad de ser la excepción que confirma una de las (en mi opinión) reglas de las cremas de verdura guisoteadas en caliente: queda mucho mejor si los ingredientes no se marean en aceite antes de cocerlos, lo tengo visto y comprobado. Es por tanto muy sencilla y rápida de preparar como vais a ver (bueno, a leer) aquí, vamos, un primer plato la mar de apañao.

Los ingredientes son de lo más simples. Sólo hacen falta puerros y patatas; los primeros hay que limpiarlos bien (de la manera habitual) y trocearlos groseramente, porque al fín y al cabo van a cocer y luego a pasar por la batidora. Las patatas las pelamos y las chascamos, para que suelten mejor el almidón al cocerse y así le den ese punto espesito tan agradable a la crema. ¿Cantidades? Pues más o menos lo mismo de cada cosa, como podéis ver aquí.

 
 Una vez preparados estos dos ingredientes, la cosa es tan complicada como ponerlos en una olla y cubrirlos con leche, un poco de agua, un chorreón de aceite de oliva, sal y pimienta negra recién molida


Y a cocer. Yo la hago en una olla super-rápida y basta con cinco minutos, si usáis una olla a presión normal y corriente vale con diez minutos, y en una cacerola a pelo pues a ojo, hasta que veáis que la patata está tierna. Luego sólo hay que meter la batidora y, muy importante, pasar la mezcla por un chino porque, aunque cuezan y se ablanden, los puerros tienen unos hilos muy desagradables si no se cuelan. La vichysoisse es una crema fría que gana muchísimo si el resultado es fino, y el puerro cocido sin colar puede ser muy correoso. Si tenéis a mano (yo hoy no...) añadidle cebollino picado al servirla: además de alegrar la vista, le da un punto muy bueno.

Con nata y mantequilla la vichysoisse está más contundente, y si en vez de agua añadís caldo queda más sabrosa. Pero a mí esta versión me resulta más ligera y me encanta por lo sencilla y humilde que es, cada vez agradezco más (y me sientan mejor) para el cachucheo diario los platos ligeros y sanotes. ¿Me estaré haciendo mayor?

Como siempre, espero que la hagáis y que contéis por aquí vuestras impresiones. Sobre todo me interesa que opinéis sobre la opción de añadirle cebolla: viene en todas las recetas, y yo alguna vez he probado a ponerla, pero... bueno, no digo nada, ¿vosotros hacéis esta crema con cebolla o no?
 
(Varios meses después: de sabios es rectificar). Ayer hice esta receta pero me animé a sustituir el aceite por una mezcla de aceite y mantequilla (de-la-de-verdad, nada de margarina, ¿eh?); además, la leche no era (como siempre en mi casa) semidesnatada sino una entera que quedaba de otro lío. Tengo que reconocer que la vichysoisse ha quedado más rica, así que a partir de ahora la haré así. Bss a todos!!!!! 

domingo, 15 de mayo de 2011

Remolacho

Me encantan las remolachas y el gazpacho me vuelve loca, así que cuando bicheando en Internet me topé con una receta que, en principio, mezclaba ambas cosas, entré al trapo del tirón.  Luego descubrí que, como en todo, en esto del remolacho para gustos los colores; hay recetas por ahí para tomarlo en caliente, haciéndolo con caldo de pollo y nata. En fín, (casi) todo en cocina se merece un respeto y no hay que ir con el NO por delante, pero en vez de eso yo os propongo como Remolacho esta sencilla y exquisita receta de una sopa-crema (según el punto final que se le quiera dar) para tomar fría, que ya está aquí el buen tiempo :D Me he basado en mi manera de hacer el gazpacho y en algo que me encanta: la ensalada a base de remolacha cocida con cebolla, nada más (y nada menos), una delicia. Así que aquí tenéis la unión de ambas recetas y el resultado.

Me gusta poner más o menos la misma cantidad de remocha cocida que de tomates bien rojos y maduros, a propósito para estos menesteres. Sí, lo confieso, no uso remolacha fresca, es que mancha mucho y las que vienen ya cocidas envasadas al vacío quedan la mar de bien, así que yo siempre tiro de esas. Para la receta que os subo hoy he metido en la jarra tres remolacahas medianas pre-cocidas y dos tomates bien hermosos, rojos y blanditos, todo ello en trozos groseros y sin muchos miramientos, junto a medio pimiento verde, un diente de ajo, media cebolla, un pellizco de sal, un pelín (pero pelín, muy poco, que luego cada comensal corrija como quiera) de vinagre balsámico de Módena, y un chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra. He pasado todo eso por la batidora y, para ayudar, he añadido lo que me ha parecido bien de agua fría (sigo sin entender este misterio, si en el gazpacho o  en esta receta el agua no está fría no queda igual, en fín, cosas de la magia y la alquimia) y, cuando me ha dado la impresión de que la cosa estaba como debe de estar, la he pasado por un chino ayudándome de la batidoda. Y listo, me ha salido más o menos un litro y medio de remolacho que, bien fresquito, es una sorpresa deliciosa y muy original como primero o, por ejemplo, en "chupitos" como entremés original si tenéis invitados. En mi opinión la clave (además de en lo obvio: buenos tomates maduros de-los-de-verdad, buen aceite, buen vinagre) está en que la consistencia sea más bien  tirando (sin pasarnos) a líquida y, sobre todo, en servirlo frío y en recipientes pequeños. El vasote que os pongo en esta foto es para mí (que me encanta), pero cuando lo ofrezco a gente prefiero vasitos, o chupitos, o lo que se me ocurra, pero en tragos cortos.

Debería ser consecuente con mis ideas y probar la receta de remolacho que circula por ahí (con caldo, nata, en caliente) pero es que esta... me'ncanta :)  

sábado, 7 de mayo de 2011

Salmorejo

Ayer por la tarde Rocío y José Manuel, del estupendo blog Las Recetas de Triana, me pusieron los dientes largos al anunciar que se marchaban a la Feria de Sevilla y que, antes de irse, se iban a regalar unas tostas de salmorejo con crujiente de Jabugo. Eso no se hace, paisanos, qué envidia ;P Me  acosté y me he levantado dándole vueltas al asunto, con mono de Feria y con muchas ganas de salmorejo, así que para desquitarme lo he hecho hoy para comer y subo mi receta y el paso a paso. Se la dedico a mi amiga,  excelente cocinera y generosa compañera de fogones Susana Orta, adicta sin remedio a esta deliciosa, sanísima  y sencilla crema fría, pero que la hace muy poco en su casa porque, como os digo, ella es fundamentalmente una cocinera generosa y resulta que a su marido, mi también buen amigo Paco Barba, que es un estómago bien agradecido, inexplicablemente no le gusta el tomate :O Ya lo dijo un sabio, hay gente pa-tó. 

Como otras tantas recetas, el salmorejo se hace de muchas maneras distintas en cada casa porque no existe LA forma correcta y ortodoxa de elaborarlo. A mí me encanta, no sólo por su sabor y por lo sano que es, sino porque da mucho juego combinándolo casi con lo que queramos (además de los clásicos huevo duro y jamón, puede acompañarse de cebolleta picada, de atún, en tostas como la que se han zampado Rocío y José Manuel antes de irse a la Feria...), de manera que puede ser desde un simple pero exquisito primero hasta un plato central y contundente.


Después de preguntar mucho y de hacer diferentes pruebas, yo he dado con la clave que, seguro, no es la mejor, pero que a mí me gusta. Para hacer salmorejo uso una pieza completa y hermosa de pan blanco (con el integral queda menos fino el resultado) y, después de estar un rato en remojo, lo escurro todo lo que puedo,  primero con las manos y luego con ayuda de un chino. Le añado un pimiento verde entero, un diente de ajo (sin el brote del centro), un puñado o dos de sal, un pelín de vinagre (si lo vamos a consumir ese mismo día, si no es mejor echarlo directamente a la hora de comer, como con el gazpacho) y un chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra, mientras más verde y bueno mejor. Paso todo eso por la batidora y así obtengo una pasta blancuzca y espesa que, según me explicó una compañera de piso cordobesa, es la auténtica base del salmorejo. Y no sé porqué, pero el resultado es diferente a si se mezcla todo junto desde el principio, misterios de la cocina. El caso es que, después de probar a elaborarlo de las dos maneras, yo me fío del consejo de la cordobesa y lo hago así, en dos tandas, primero esta pasta y sólo luego le añado tres o cuatro tomates bien maduros y pelados. Más batidora, rectifico de sal y de aceite, y lo paso por un chino para que quede bien fino. Y listo :) Sólo queda complicarlo y enriquecerlo si queremos (y aquí la imaginación al poder), o bien degustarlo así, sin más, que también está bien bueno.

Como hice en la entrada del gazpacho, os propongo que intercambiemos truquillos y manías de cada casa: ¿cómo hacéis vosotros el salmorejo? ¿con qué lo acompañáis? 

viernes, 29 de abril de 2011

Crema de calabaza

Otra receta con una verdura comprometida, con un sabor un tanto especial, y que no a todo el mundo le gusta: la calabaza. A mí me encanta, y esta es una de las formas más sabrosas y sencillas de tomarla, generosamente acompañada de otras verduras. Un leñazo de vitaminas y de salud que, encima, está riquísimo. Por cierto, dedico esta receta a Bárbara Lorence y a Javi Pérez, que la han tomado en casa en alguna ocasión, que siempre la han celebrado mucho, y que me han preguntado varias veces cómo se hacía: ya os lo he contado pero aquí lo tenéis, negro sobre blanco :P

Junto a la calabaza, en esta foto están las verduras que he utilizado hoy: ajo, cebolla, pimiento verde, puerro, zanahoria y tomate. Otras veces también añado patata y/o pimiento rojo, pero hoy no tenía y, en cualquier caso, sale igual de bien. Como podéis comprobar más abajo lo troceamos todo groseramente y, a mí, me gusta utilizar más o menos la misma cantidad de verduras variadas que de calabaza, con idea de que en el resultado predomine el sabor de ésta última.


 












Incorporamos todo en crudo y a la vez a una cazuela, añadimos un buen chorreón de aceite de oliva, y lo mareamos un par de minutos. La idea no es pochar la verdura, sólo enseñarle un rato el aceite caliente. Este paso me parece muy importante porque, en mi opinión, todas las cremas ganan muchísimo si la verdura no se cuece cruda sino previamente mareada con aceite caliente. Como todas las reglas esta tiene una excepción: la vichyssoise, que queda claramente mejor sin rehogar antes el puerro y a patata. Pero no nos dispersemos, que de esta deliciosa crema fría ya hablaremos en otra entrada, ahora estamos con la crema de calabaza.

Pasados esos minutos sólo tenemos que añadir sal, pimienta negra recién molida, un poco de comino y perejil fresco; si os va la marcha recomiendo que añadáis un toque (sólo un toque) de curry. Cubrimos de agua y a cocer, yo suelo usar una olla super-rápida y en 4-5 minutos está la crema lista. Sólo queda pasar el resultado por una batidora y, si las cremas os gustan muy muy muy finas, por un chino. Se acabó :)

Es tan sencillo que no puedo entender que haya quien se compre esta u otras cremas ya hechas en tetrabrick. Probad a hacerla, que es fácil, muy sana, y os aseguro que exquisita!

miércoles, 13 de abril de 2011

Gazpacho

¡Empieza a hacer calor! Está cambiando el tiempo, y parece que la primavera se ha instalado definitivamente entre nosotros; llegarán algunos días (ojalá que sueltos) de lluvia y frío pero parece que esto, por fín, no tiene vuelta atrás hasta dentro de unos pocos de meses. Qué bien!!!! Eso significa muchas cosas, entre otras que ya podemos conseguir tomates en condiciones, no esos engendros de invernadero que nos ofrecen en invierno, no saben a nada y son todos iguales, así que ¡ya podemos hacer gazpacho! Como dice mi amigo José Sánchez Hidalgo,  el gazpacho debería ser obligatorio y habría que declararlo bien cultural. ¡Qué rico! En mi casa cualquier verano nos vamos a poner malos de tomar tanto gazpacho, ni siquiera es un plato principal, lo tomamos junto al primero y el segundo, casi sustituyendo al agua; hacemos varios litros por la mañana pero a veces llega la cena y ya no queda :)

El gazpacho es de esas recetas totalmente personales, que no se hacen igual en dos casas distintas. En esta entrada os cuento cómo me gusta hacerlo a mí, y vaya por delante que ni siquiera lo hace así ni mi madre ni mis hermanos; esta es mi receta, y seguro que la vuestra es diferente y está (en vuestra opinión) más rica. Pero yo hace años que lo hago de la misma forma, me encanta el resultado y, como os digo, cualquier día me ingresan por sobredosis... 
 
No quiero entrar en polémicas pero, después de muchas pruebas no uso ni pan ni pepino, sólo ajo, buenos tomates maduros (mejor si son de pera), pimiento verde en abundancia (nada de un puntito: un pimiento entero por cada 3-5 tomates según su tamaño), cebolla, pepino, un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra, sal y un poco de agua (no sé porqué, pero si está fría el resultado es mejor, aunque lo tomes varias horas después y haya estado en la nevera). Pongo todo troceado y lo trituro con la batidora, cuando está integrado me gusta mucho pasarlo por un chino usando, otra vez, la batidora para que vaya pasando, con ayuda de otro poco más de agua.


A ese resultado le rectifico la sal y, sobre todo, le aplico un excelente consejo que me dió hace años mi primo Carlos Gori (gracias campeón :D): vuelvo a  darle otro par de golpes de batidora, el resultado es muchísimo mejor. Alguno de vosotros pensará que qué pasa con el vinagre; a mí como sabéis me encanta pero en mi casa es objeto de polémica y, además, en el improbable caso de que sobre gazpacho, si lleva vinagre al día siguiente está mucho peor. Así que no le pongo y, el que quiere (yo la primera), se lo añade a su vaso y santas pascuas.

Ya sólo queda dejar que se enfríe y disfrutarlo. Como soy curiosa suelo preguntarle a la gente cómo hace el gazpacho y, claro, además de lo clásico (el pan) he escuhado casi de todo: desde el típico pepino hasta cebolla o zanahoria, pasando por alguien que me dijo una vez que lo hacía, (¡en pleno verano!!!!) con tomates de lata. Respetando las opciones personales, y sin dejar de tener en mente que LA receta de gazpacho no existe (insisto, no hay dos casas en las que se haga igual), vosotros ¿cómo lo hacéis????
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