Mostrando entradas con la etiqueta Verduras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Verduras. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de septiembre de 2017

Crema fría de pepino y yogur

Ea, pues se acabó el verano (:/). Al menos en teoría, porque aquí abajo ya estamos trabajando pero aún nos queda, como poco, un mes de calor-calor que nos traerá temperaturas de verano (sobre todo el famoso veranillo del membrillo, que suele coincidir -vete tú a saber porqué- con San Miguel, de hecho también se lo llama así). El caso es que aunque hayamos aterrizado y volvamos a la rutina sigue haciendo (mucho) calor y, como en junio y julio, las temperaturas que tenemos que lidiar al sur de la península llevan, entre otras cosas, a seguir alimentándonos en modo verano. Por eso os traigo la receta de una crema fría que descubrí en primavera y que, desde entonces, se ha convertido en un básico (un must, que dicen ahora los finolis) de mi casa para alimentarse pero también hidratarse frente al calor. Porque el verano se habrá terminado pero, por aquí, nos quedan todavía unas semanas fuertes y duras.

Os dejo solo la imagen del pre- porque las fotos que he hecho del pos- no me convencen... no dejan de ser un vaso con un líquido blanco. La cosa consiste en batir a conciencia un yogur griego (por su cremosidad y sabor, pero vosotros mismos, aunque he hecho pruebas y, definitivamente, lo suyo es yogur griego) (eso sí, el yogur que uséis que sea sin azúcar, que esta es una receta salada), un pepino por cada yogur, ajo (me encanta, pongo uno hermoso por cada 3-4 yogures + 3-4 pepinos), sal, un buen chorreón de AOVE, y un golpe (ya veis en la foto que soy generosa, me gusta mucho) de eneldo. No hace falta añadir agua, el pepino ya tiene suficiente. Se bate todo a conciencia y listo. Si queréis podéis colarlo o pasarlo por un chino, yo no suelo hacerlo porque no me molestan los (pocos) grumos que quedan.

El resultado es una especie de crema ligera o batido líquido, salado y refrescante, la mar de rico. Me parece fundamental zampárselo bien frío, pero que muy frío, así que nada de hacerlo sobre la marcha: se tiene que hacer y dejar enfriar. Esta crema de pepino y yogur entra la mar de bien, y se agradece mucho como primer plato cuando el calor aprieta y quieres refrescarte y alimentarte a la vez. Para que os hagáis una idea, este verano incluso la he alternado con el gazpacho y no recuerdo haberlo dejado de tomarlo ni un día en verano desde... Y creo que voy a seguir combinando estas dos cremas frías, porque así varío de primer plato pero comiendo sano y fresquito. Vamos, todo un descubrimiento que os recomiendo :)

domingo, 5 de julio de 2015

Ensalada de espinacas, nueces y roquefort

Esta ensalada tiene poco que explicar y mucho que disfrutar. Le gusta mucho a mi prima Rocío A-DL y, siempre que la hago, me acuerdo de ella :) Es sanísima y muy sencilla, basta con mezclar espinacas crudas (si vienen grandes, troceadlas un poco), nueces (conviene picarlas, se mezclan mejor con el resto), y dados de roquefort (os recomiendo trocearlo recién sacado de la nevera, si no se os va a desmoronar). Esta base se puede complicar si se quiere, a mí a veces me gusta añadirle champiñones crudos en láminas y/o algo de lechuga. Se aliña solo con aceite de oliva y sal, porque el roquefort tiene un punto lo suficientemente fuerte como para darle nobleza al resultado, prefiero no complicar los sabores con vinagre, pero vosotros mismos. 

sábado, 13 de junio de 2015

Batido verde (green smoothy) de espinacas, pera y plátano

Os contaba hace poco lo contenta que estoy con el descubrimiento de los batidos verdes. Hace muchos años que desayuno frutas y zumos, sobre todo entre semana, porque me levanto bastante temprano y, a esas horas, no soy capaz de tomar nada diferente (salvo uno o dos cafés :D). Así que no me ha costado trabajo incorporar los zumos verdes a mi desayuno, me zampo un par de vasos y la verdad es que me sientan de maravilla. Estoy haciendo diferentes pruebas, y hoy os cuento una que me ha encantado: mezclo en la batidora un puñado hermoso de espinacas crudas, una pera o un plátano (o, mejor, los dos), un puñado de semillas de lino, un golpe de canela, y agua fría.



A diferencia de las pruebas que he hecho de batidos verdes a base de perejil, este no lo cuelo porque, por alguna razón, no queda esa espumilla que me da tanto coraje. Os confieso que este batido verde me gusta incluso más que el de manzana y perejil, aunque intento ir alternándolos... En ambos casos, el resultado es que salgo de casa como una moto y dispuesta a comerme el mundo, ¡ah!, y sin sensación de hambre hasta la hora de almorzar. Una opción sana, rápida y práctica :)

domingo, 5 de abril de 2015

Salteado de arroz integral con cúrcuma y verduras

Sigo (afortunadamente) con mucho trabajo pero teniendo que comer fuera de casa muchos más días de los que me gustaría :S Qué mal lo llevo... Como dice mi amiga Reyes, todo yin tiene su yan :) Así que cuando puedo darme el (¿lujo?) de comer en mi casa, sabiendo lo que me meto entre pecho y espalda, intento alimentarme con algo de sentido común. Lo bueno de la receta que os traigo hoy es que de una vez se puede hacer para varias veces y luego, con nuestro magnífico amigo el microondas, recalientas el asunto y tienes un plato sano y en condiciones para varias días. Aunque sea a la hora de cenar, y con un almuerzo cuanto menos sospechoso en la calle... 

El arroz integral ya se puede encontrar en casi cualquier supermercado, y es sanísimo y muy recomendable. Lo malo es que, a pelo, tarda muchísimo en cocer, pero si lo enjuagáis bien y lo dejáis en remojo al menos una hora para que se hidrate (como os he contado aquí) su preparación es más llevadera. Pero aviso que engancha: cuando empiezas a jugar con él ya no te gusta el arroz blanco común, más barato y fácil de hacer... Lo dicho, todo yin tiene su yan :D

Para este salteado he enjuagado e hidratado el arroz integral durante más o menos una hora, luego lo he escurrido, y lo he cocido en muuuuucha agua con sal, algo de perejil fresco, y un par de cucharadas de cúrcuma (en parte por el color que deja, y en parte por las muchísimas propiedades que tiene). Cuando el arroz estaba un poco antes del dente lo he apartado, lo he colado para eliminar toooooda el agua que sobraba, y lo enfriado para cortar la cocción. La otra posibilidad es cocerlo en el agua justa (doble de volumen después de hidratarlo) pero queda más apelmazado y compacto por el almidón y la fibra, ideal para una guarnición (sobre todo si tiene mucho ajo y verduritas) pero no tanto para saltearlo, porque para esto nos interesa más suelto.


Mientras se hacía el arroz he atracado la nevera y he troceado en burunoise muchas (no todas) de las verduras que he encontrado: ajo, cebolla, zanahoria, pimiento verde y rojo, y unos champiñones. También unas estupendas hojas de espinaca fresca, que no merecía la pena trocear porque vienen muy pequeñas y, al cocinarlas, se quedan en nada. He puesto todas estas verduras a hierro en un wok, primero las más duras y, luego, las que tienen menos cochura (el ajo, los champis y las espinacas) a fuego muy fuerte. Sólo he añadido un pelín de pimienta negra recién molida y un golpe de sal gorda. Como todas las cocciones en wok, la idea es jugar con un "fuego" bastante fuerte y mucho meneo de cuchara, para que la verdura se medio-haga rápido y quede al dente. 




Luego he añadido el arroz muy bien escurrido, un par de meneos más y, ya fuera del calor, he rematado con un buen chorreón de salsa de soja. No me preguntéis porqué, pero este detalle es importante: si echáis la salsa de soja "al fuego" en vuestras preparaciones el sabor que queda es completamente distinto, se medio-arrebata, no queda igual de bien. Lo suyo es añadirla al final y con lo que sea caliente pero fuera de la fuente de calor. ¿Por qué? Ni idea... pero os aseguro que es así.

El resultado es un arroz muy sabroso y de inspiración medio-oriental, salteado sobre muchas verduras. Riquísimo, o al menos a mí me lo parece. Ya me contaréis (espero). 

sábado, 4 de octubre de 2014

Tortilla de patatas ligera

Vamos a dejar las cosas claras desde el principio: nada como la tortilla de patatas preparada de la manera tradicional. Ni freidora, ni microondas, ni gaitas: en una buena sartén y con aceite de oliva, despacio, dejando las patatas bien pochaditas... Lo malo es que esta delicia es una bomba de relojería si se quiere perder algo de peso, o si la comida muy grasienta no sienta demasiado bien. Y para ambos casos esta versión es estupenda porque, sin ser exactamente el mismo, lo cierto es que el resultado es muy aceptable y permite quitarse un poco el mono ;) Me inspiré en la receta vegana que proponen Iosune y Alberto, los responsable de Danza de Fogones, un blog vegetariano muy interesante que os recomiendo visitar, tanto si sois vegetarianos como si, sin serlo, os encantan las verduras y la cocina sana. A partir de su idea he hecho varias pruebas y he acabado dando con la versión que os cuento, y que preparo con frecuencia. A ver qué os parece :)

Hay que pelar y trocear patatas como soláis hacerlo normalmente para tortilla; a mi en cubitos no me termina de convencer y siempre las corto en láminas finas. También siempre añado cebolla en juliana, me encanta el punto que le da a la tortilla. En una cacerola amplia se pone a calentar un fondo de aceite de oliva (pero no mucho, como para un sofrito) y se incorporan las patatas y la cebolla escurridas con un golpe de pimienta negra recién molida y perejil fresco, se les dan un par de vueltas, y se cubren con agua. Cuando el asunto empiece a hervir se baja un poco y se tapa, dejando que las patatas y la cebolla se cuezan despacio, pero vigiladlo y dadle alguna vuelta de vez en cuando para que no se peguen. Cuando estén tiernas se escurren (suele quedar poco líquido, pero conviene retirarlo) y se cuaja la tortilla con unos huevos y de la manera habitual. ¡Listo!





Sobre esta idea se pueden introducir bastantes modificaciones, a mí me gusta mucho añadirle alguna especia para darle más gracia, o unos calabacines hechos en su jugo en el microondas que, mezclados con las patatas y la cebolla, también permiten obtener una tortilla ligera y muy rica. 

domingo, 27 de julio de 2014

Ensalada de garbanzos y gambas

¿A que muchos habéis arrugado la nariz al leer el título de la entrada???? Pues algo parecido me pasó a mí, cuando este fin de semana en su magnífica casa de la playa mis amigos Ricardo y Reyes me dijeron que eso es lo que íbamos a comer. Yo no arrugué la nariz (como habéis hemos muchos de vosotros) por una cuestión básica de educación y buenas maneras, pero la cosa me sonó rarísima... Me he criado aquí abajo, así que asocio los garbanzos a un platazo caliente con mucha verdura o con carne y sus correspondientes avíos, que con frecuencia incluyen mucha pringue (chorizo, morcilla... a ver si os subo una entrada). Pero nunca con pescado o marisco, y menos en frío. Pero entre las nociones más elementales de educación, y que de un tiempo a esta parte estoy descubriendo el buen juego que dan las legumbres frías en ensalada, decidí poner la mejor de mis caras y me dispuse a recibir de la mejor manera posible esta ensalada tan rara. Y menudo rapapolvo se han llevado mis prejuicios y mis ideas preconcebidas... está claro que no se puede ir así por la vida. La cocina sorprende y divierte, hay una delicia donde y con lo que menos te lo esperas, y hay que enfrentarse a la mesa con ánimo abierto y espíritu juguetón porque, en el sitio más insospechado, te aguarda una sorpresa deliciosa. Como esta ensalada de garbanzos con gambas (y alguna cosilla más), que me ha recordado precisamente eso, que no se puede ir por la vida con ideas preconcebidas porque hay una sorpresa en cada esquina.

Necesitamos garbanzos ya cocidos, valen perfectamente los de bote (¡buenos!) o los que puedan sobrar de otro lío (un puchero, un potaje...). También necesitamos cocer muy poco (que si no se ponen correosas) unas gambas de esas pequeñas, de las que aquí llamamos arroceras. También hay que lavar bien y picar muy finas unas hojas de lechuga y algo de cebolleta fresca. La receta original no lo lleva, pero Ricardo le añadió a la ensalada que yo me pimplé un poco de maíz que le sobraba de otra guerra, así que he decidido que esta ensalada lo debe llevar. Después de flipar con el resultado, hablando con Ricardo y Reyes durante la comida me atreví a sugerir que el asunto debía quedar todavía más rico añadiendo pimiento verde muy picado. Claro que ahí jugaba con ventaja, porque Ricardo alucina con el pimiento verde crudo y se lo zampa tal cual, con un pelín de sal y poco más. Así que lo he añadido a esta receta. Todo esto solo necesita sal, un vinagre bueno y aceite de oliva... Y ya me contaréis :) Esta receta es perfecta para el verano y la playa; la dejas preparada sin aliñar (la lechuga se pone mustia si se le añade vinagre con mucho tiempo...) y, a última hora, le das el toque del aliño... Tremendo y completo primer plato, fresquito, sano, como debe de ser.

Con esta (creo yo) que estupenda receta Gastronofilia se despide hasta Septiembre, que tod@s necesitamos un soplo de aire fresco y un descanso, aunque sea de placeres tan agradables como este.

domingo, 6 de julio de 2014

Paté de berenjenas con pimientos del piquillo

Desde que le vi hacer esta receta a Ana Moreno en el programa 100% vegetal tenía ganas de probarla, y por fin hoy me he animado. He introducido algunas variantes (menos de las que me apetecían porque me faltaba un ingrediente, pero ya caerá) y la verdad es que el resultado merece la pena. Me gustan muchos los untables porque resuelvan bien dos cosas que me parecen interesantes: los entrantes para un almuerzo o una cena cuando hay invitados, y los arranques de hambre (ya sabéis: qué hay rápido para untar en pan, que no puedo con mi vida ;D). Y los patés a base de verduras son muy sanos y socorridos para ambas cosas. Para este solo hay que pelar y cortar en trozos gordos un par de berenjenas, y colocarlas en una fuente apta para el horno con dos dientes de ajo pelados y machacados, orégano seco (últimamente tiro de uno que me traje al peso de un pueblo de la sierra de Huelva, y nada que ver con los botecitos), sal gorda, pimienta negra recién molida y un chorreón de aceite de oliva. Se asa esta mezcla en el horno (180º) hasta que esté doradita pero aún entera (en mi caso, en torno a 30 minutos).
Cuando el asado de berenjenas esté listo se lo deja reposar un poco (vamos, lo justo para no achicharrarte manipulándolo) y se pasa al vaso de una batidora. Se le incorporan pimientos de piquillo, entre uno y tres por cada berenjena (en función del tamaño de ambos y de vuestro gusto, a mí me encantan así que pongo dos o tres pimientos por cada berenjena si éstas son grandes), se añade otro chorreón de aceite de oliva, un puñado de semillas de lino (tienen muchísimas propiedades así que las cuelo de contrabando en las recetas siempre que puedo) y se tritura el asunto pero sin insistir demasiado, para que no quede demasiado fino (me gusta que haya trocitos y que el resultado tenga ese punto rústico y casero, pero vosotros mismos). Una vez frío tendréis un untable delicioso y muy sanote :) 

Hay por la red muchas recetas de paté de berenjenas en las que se utiliza tahini o tahina, una salsa a base de sésamo tostado, que debe sentarle de cine a este paté (pensad si no en el baba ganush... qué rico). Mi idea era añadirle al asado de berenjenas un buen puñado de sésamo, pero no tenía :/ la próxima vez cae seguro, a ver qué pasa ;)

sábado, 21 de junio de 2014

Pastel de soja

Sigo dale que te dale experimentando con recetas a base de productos con fitoestrógenos, para engañar a mi cuerpo y que el pobre se crea que todo sigue igual que siempre ;) De todas las pruebas que he hecho hasta ahora una de las que más me convence es jugar con el falso ragú de soja texturizada, porque está realmente rico y permite hacer muchas cosas: pasta, rellenar verduras, o hacer el delicioso pastel de carne que os cuento hoy. He hecho el ragú como ya os he contado pero con algo menos de tomate (porque la idea es obtener un resultado más denso y compacto) y, ya puestos, le he metido más metralla en plan sano: un puñado de semillas de lino, un poco de cúrcuma y otro poco de levadura de cerveza. Estos tres ingredientes son muy sanos y recomendables pero, en mi opinión, hay que disfrazarlos y disimularlos porque ellos solos... en fin... :/ De ahí que los haya colado de matute en el ragú, que con la verdura y el tomate los enmascara muy bien, y este ha sido el resultado.


He cocido al vapor unas patatas, ya peladas y cortadas en trozos gruesos porque así se hacen antes; de paso, al mismo tiempo también he hecho al vapor unas judías verdes para preparar una ensalada de judías verdes que me zampo y disfruto muchísimo en cuanto llega el calor, cualquier día me da una sobredosis... He pasado por la batidora algunas de las papas ya cocidas, algo de leche, un poco de mantequilla, sal gorda y pimienta negra recién molida, hasta obtener un puré de patatas no demasiado denso, porque la idea es usarlo para napar el pastel. 



En una fuente que se pueda meter en el horno se coloca una buena capa del ragú, se napa con el puré de patatas, y se remata con una (generosa, en mi caso) ración de queso rallado; me gusta la mezcla de cuatro quesos que venden en muchos supermercados. Supongo que esta preparación se puede congelar y así disponemos de un plato delicioso y rápido, pero hecho en casa, y sabiendo lo que lleva, que es lo suyo :)



Sólo queda gratinarlo hasta que el queso se funda y quede dorado y crujiente...  una maravilla. Desde luego que este pastel se puede hacer con un ragú convencional a base de carne picada, pero la alternativa que os propongo aseguro es muuuuuy interesante si, por diferentes razones, no podéis o no queréis comer carne y/o os interesa tomar soja. 



sábado, 31 de mayo de 2014

Ensalada de lentejas

He descubierto tarde el buen resultado que da tomar las legumbres en ensalada, pero me he vuelto muy aficionada a prepararlas así. Cuando llega el calor me apetecen poco los potajes pero, al mismo tiempo, echo mucho de menos el cuchareo, de manera que este tipo de ensaladas son una opción estupenda para seguir disfrutando de las legumbres y aprovechar sus muchísimas propiedades. Ya os he contado en alguna ocasión lo que me gustan las lentejas, de hecho es la legumbre que más tomo, antes solo en invierno y ahora, gracias a esta sencilla receta, también verano :) Suelo utilizar las pequeñas: después de tenerlas una media hora en remojo las cuezo en agua con sal y un par de hojas de laurel hasta que están blandas pero al dente. Luego las refresco, las escurro, y las mezclo con tomate, pimiento verde, cebolleta, pepino (todo cortado en burunoise) y perejil fresco. Esto último es muy importante, porque el hierro de las lentejas (y de cualquier otro alimento) se asimila mejor si se combina con vitamina C, y el perejil es una estupenda opción para esto. Como siempre, las cantidades van a ojo pero, en mi opinión, lo suyo es que las protagonistas sean las lentejas: yo suelo mezclar más o menos la misma cantidad de éstas que del resto de ingredientes juntos. Solo queda aliñarlo con sal, un aceite de oliva virgen extra y un buen vinagre (por favor, no os carguéis esta u otra ensalada con esa porquería transparente que venden... merece la pena comprar un buen vinagre), dejarlo reposar un rato y... Ya me contaréis :) 



domingo, 4 de mayo de 2014

Guarnición de cuscús de verduras y pasas al curry

Ya os he contado alguna vez que un paquete de cuscús precocido forma parte desde hace tiempo de mi fondo de despensa: es sano, sencillo de preparar, admite casi cualquier cosa que se te ocurra sobre la marcha, viene bien (por tanto) para un desavío, y el resultado, al menos a mí, me encanta. En Gastronofilia hay ya varias entradas con el cuscús como protagonista (de hecho tiene su propia etiqueta, en el menú de la derecha del blog las podéis ver) porque cada vez investigo más con este ingrediente y suelo obtener buenos resultados que me parecen recomendables. La receta de hoy la he usado para acompañar unas albóndigas, pero me da que tiene la suficiente enjundia para ser un plato por derecho propio. Como muchas otras guarniciones, que tomamos en plan secundario pero que tienen, ellas solas, la suficiente calidad y el suficiente protagonismo como para que les hagamos más caso, creo yo. La receta de hoy es el resultado de sofreír muy poco y a fuego fuerte (para que queden duritas y al dente) varias verduras, en este caso ajo, cebolla y pimiento verde, cortados en una burunoise no muy fina, para encontrarnos luego los trocitos. En ese sofrito se añade un puñado de pasas de corinto (pero sin hidratar ni nada, que eso va a pasar a continuación), un golpe de sal, otro de curry en polvo (sin pasarse, que ya sabéis que esta mezcla de especias engaña bastaste) y la misma cantidad de agua (o de caldo) que de cuscús. En cuanto empiece a hervir se retira del fuego y, en el mismo recipiente, se añade perejil fresco picado y la misma cantidad de cuscús que de líquido. No es necesario pero yo, además, le he añadido como quien no quiere la cosa un puñado de semillas lino; evidentemente no es obligatorio, pero es que yo eso lo hago con muchísimas recetas: si a priori no "protestan" les largo las semillas de lino y tan contenta :) Se le dan un par de meneos al asunto, se deja todo reposar fuera del fuego y tapado, para que la sémola absorba bien y despacio el líquido y el veneno que va en él y, cuando esté (como mucho un par de minutos, y a veces ni eso), se utiliza o bien se guarda, porque admite muy bien un calentón de microondas. 

¿Hacéis cuscús en casa? ¿Cómo y con qué? Contadnos recetas, porque a este ingrediente le pasa lo que al arroz o a la pasta: una vez que te metes a trabajarlo ya no tiene fin....

domingo, 6 de abril de 2014

Flan (salado) de calabaza (by Cristina Nunes)

Hace ya unos años que conocí a Cristina Nunes por asuntos de trabajo y, con el tiempo, se ha acabado convirtiendo por su buen talante en otras muchas cosas (una estupenda compañera con la que da gusto compartir trabajo, viajes y estancias en otros centros, descubrir restaurantes y tiendas...). Pero lo que me interesa destacar aquí y contaros a vosotros es que Cristina es una excelente cocinera y una magnífica compañera de fogones. Me siento muy cómoda con ella en asuntos de gastronomía porque nos gustan las mismas cosas y somos igual de frikis de todo lo que rodea a este mundillo; es la única persona con la que no me siento culpable al entrar en una tienda de cachivaches de cocina porque tengo la seguridad de que, como a mí, le va a encantar pasarse 3298479587 horas dentro trasteando y curioseando. Hace poco pasé unos días con ella y Mariano, su marido, en su magnífica casa en el sur de El Algarve: la excusa eran líos de trabajo pero, claro, aprovechamos para cocinar bastante. Hicimos entre otras cosas croquetas, varios panes, una pasta con setas italianas que todavía me emociona al recordarla... y este flan de calabaza que os cuento hoy. En un viaje a Venecia Cristina y Mariano, por recomendación de un amigo, fueron a la Osteria La Zucca y fliparon con el sitio y, especialmente, con este plato. Al parecer el flan di zucca es una de las ofertas estrella de la carta de este restaurante vegetariano, de hecho si miráis en su menú es el primer plato que aparece, por algo será. Con motivo del aniversario de este local sus responsables difundieron la receta de este plato y Cristina la ha localizado y la ha hecho varias veces, la última cuando estuve en su casa. Aún no la he repetido (ya sabéis, seguro que la tunearé....) pero no he querido dejar pasar tiempo sin contaros la versión original de esta maravilla sana, deliciosa, y muy fiable si queréis dejar sin habla a quien tengáis en vuestra mesa. 

En esta ocasión solo de sido observadora curiosa y fotógrafa de los pasos de la receta; intentaré transmitirla con toda la fidelidad de la que sea capaz, de hecho hasta voy a dar cantidades más o menos exactas, que ya sabéis que no es lo mio. Al César lo que es del César, aunque os comentaré algunas dudas que me surgen... Espero vuestras respuestas y, muy especialmente, las de Cristina, que es la protagonista de este post :)

La cosa parte de un puré hecho a base de rehogar 1 Kg. de calabaza en trozos en mantequilla con un golpe de pimienta negra y sal; si queda espesa se puede y se debe que añadir un poco de leche. Cuando todo esto ya ande como debe de andar (blandito, casi hecho) se pasa por un pasapurés, se incorpora un poco de canela molida y otro poco de nuez moscada, y se deja enfriar.





(Por cierto, no se ve en las fotos pero no me queda más remedio que contaros que la cocina de Cristina es la envidia de cualquier cocinillas: grannnnde, con techo alto, muchas ventanas que dejan entrar la luz del sur de Portugal y dan a un campo repleto de naranjos y limoneros... y en esta cocina hay incluso una chimenea!!!!)
   
A este puré ya frío se le añaden 250 gr. de mascarpone, 80gr. de almidón de patata y 4 huevos enteros, de uno en uno, y despacio. Y ahora me entrometo en la receta, que para algo este es mi blog. a) ¿No se podría sustituir con otra cosa el almidón de patata? Al menos yo no suelo tenerlo en casa... ¿valdría maizena, por ejemplo? ¿O una o dos papas cocinas y desmenuzadas???? b) ¿Por qué los huevos de uno en uno y despacio, si el puré ya está frío? Es lo que dice la receta original, pero...


Luego se prepara (con mantequilla y pan rallado) un molde rectangular, se vierte la mezcla en él, y se cocina al baño de María en el horno precalentado a 180º durante algo más de 1 hora, lo típico, hasta que al pincharlo con una aguja ésta salga limpia.



Solo queda dejarlo reposar unos 15 minutos, desmoldarlo y, tal cual y aún calentito, cubrirlo de queso rallado (a ser posible ricotta curado pero, como no lo encontramos ni por aquí ni por Portugal, Cristina sugiere un buen queso que sea cremoso pero también sabroso y que funda bien), semillas de calabaza previamente tostadas (esto es indispensable, qué ricas... me comí la mitad mientras reposaba el flan ;D) y hojas de salvia rehogadas un pelín en mantequilla.

    
No os hacéis una idea de lo buenísimo que está este flan salado de calabaza. Como os decía antes es una receta infalible para dejar sin habla a los comensales, así me quedé yo cuando la probé :)

sábado, 15 de marzo de 2014

Pudding de brócoli

No me canso de comer brócoli... Bueno, la verdad es que no me canso de comer verdura, sigo sin poder entender eso tan manido de que son aburridas e insípidas. ¡Para nada! Se pueden hacer de mil maneras, a cual más sabrosa, y encima son sanísimas... Pero sobre todo es que están tan ricas... :) Hoy os traigo la receta de un pastel salado a base de brócoli (previamente cocido al vapor) troceado, mareado convenientemente en un sofrito previo de ajo, cebolla, puerro pimiento verdesal, pimienta negra recién molida y un golpe de comino; me gusta añadirle a este sofrito (ya con el brócoli, para que pille el sabor) un golpe de vino fino. Cuando esté bien hecho se añade tomate y se deja reducir un rato. Cuando este refrito esté listo se mezcla con huevos y leche evaporada: la proporción infalible es una lata de lo segundo y tres-cuatro (según tamaño) de los primeros; para hacer menos cantidad dividid las proporciones y punto :) Yo hoy he usado un bote de leche Ideal de 170 gr (me encanta ese formato, es muy útil, aunque solo lo encuentro en el supermercado de El Corte Inglés...) y le he añadido dos huevos no muy grandes. Si lo que queréis obtener es un pudding muy fino y homogéneo este es el momento de meterle la batidora al asunto; yo suelo dejarlo tal cual porque me gusta encontrarme los trocitos :)



La mezcla tiene que cocer y cuajarse, para eso vale o bien el horno (al baño María) o bien el microondas. Si usáis este último, os recomiendo tener en cuenta las recomendaciones que ofrece Oli en su blog Entre barrancos, es decir, lo suyo es ponerlo al 80-75% de potencia y dejarlo hasta que esté cuajado (ya sabéis, que al pincharlo salga lo que sea limpio). Es importante cubrir el molde con film apto para microondas (para evitar que se seque la superficie) previamente agujereado por un par de sitios. No os indico tiempos porque depende de la cantidad que hagáis y de vuestro microondas, a mí hoy me ha bastado con 10 minutos.


Luego debe reposar un poco, lo delmoldáis y... a ver quién es el guapo que sigue diciendo que las verduras no están ricas ;) Este pudding se puede acompañar con alguna salsa (le sienta especialmente bien una buena fritada de tomate) pero os confieso que a mí me gusta tal cual, sin nada más. A pelo, que sepa a brócoli... mmmm :)



viernes, 28 de febrero de 2014

Guisantes con jamón en microondas

Hace ya varios años que se me cruzó esta receta, ojeando la típica sección final que traen muchas revistas (os confieso que aquella era de cotilleo... ;D) con dos o tres recetas. Me pareció tan simple que la apunté, la hice en cuanto pude, y el resultado me gustó tanto que la he repetido en muchas ocasiones. He hecho estos guisantes de la manera tradicional y os aseguro que no quedan mejor, así que esta receta en microondas me parece una opción estupenda cuando hay que preparar algo rápido, sin complicaciones e improvisado, porque los ingredientes siempre suelo tenerlos. ¿Qué cenamos hoy? Pues un plato sano, rápido y delicioso de guisantes con jamón :) En una fuente con fondo de pirex calentad (1 minuto) aceite de oliva, luego rehogad (2 minutos) ajo y cebolla, después añadid guisantes finos congelados (no hace falta descongelarlos), tacos de jamón, sal y un poco de azúcar, removed el lío y metedlo en el microondas 5 minutos. ¡Ya está!!!! Si los guisantes son de los más gordos hay que volver a remover el asunto y darle unos minutos más, pero os recomiendo los guisantes finos porque el resultado es eso, más fino ;) Os aseguro que os va a sorprender, ya me contaréis.

domingo, 23 de febrero de 2014

Huevos a la florentina

Los huevos a la florentina que os cuento en este post están, claro, convenientemente tuneados respecto a la receta original. Pero quedan buenísimos y son un segundo plato sano y estupendo que, además, tiene la ventaja de poder prepararse de una vez para bastante gente, aunque hoy os lo presento en formato individual, que también queda muy resultón :) Sobre un sofrito previo de ajo y cebolla en burunoise se guisotean un buen rato las espinacas, con un golpe de comino y sal. Cuando están hechas se añade algo de harina y se marean hasta que os parezca bien (ya sabéis, la harina debe de perder el regusto crudo), luego se va incorporando leche hasta obtener una crema poco espesa que os recomiendo rematar con un poco de mostaza de Dijon, porque le da a este plato un toque muy agradable. Esta preparación se pone en una fuente con fondo que podamos meter en el horno, y se hacen con una cuchara huecos separados en los que podamos colocar un huevo por comensal. Interesa que los huecos sean hondos y así los huevos se medio-mezclen con las espinacas, es decir, no queremos que queden planos por encima sino integrados (en parte) con las espinacas. Se rocía el asunto con muuuucho queso (y cuando digo muuuucho quiero decir exactamente eso, muuuucho) y se gratina hasta el punto que más os guste.

Luego se prueba, se flipa, se enciende el ordenador, se entra en Gastronofilia o en Facebook, y se le cuenta a los pocos pero fieles seguidores de este blog qué se opina de la receta ;) Digo esto último porque me encanta que, en persona o por e-mail, me contéis qué os parecen estas recetas y cómo os va (para bien o para mal) con mis reconozco que fulleras indicaciones, pero cuando os digo que lo contéis por aquí me venís con que si la vergüenza y demás... Pero la idea de un blog (creo yo) es precisamente que permita compartir impresiones, experiencias, trucos... y no solo con la persona que se encarga de contar en un primer momento las recetas, sino con todo el que amablemente lo lea. Así que dejaos de vergüenzas y demás zarandajas y animaos!!!!

viernes, 7 de febrero de 2014

Risotto de calabacín

El risotto, como todas las recetas de arroz, es de lo más versátil y admite casi cualquier cosa. Hoy os propongo hacer una de sus muchísimas variantes, a base de lo básico (cebolla, un buen caldo, arroz arborio, algún vino blanco y queso parmesano o bien grana padano) y calabacín, una de las verduras que más me gustan. El procedimiento que yo sigo para hacer risotto, y que me enseñó Anna Mayer, ya os lo he contado otras veces (aquí y aquí). Las únicas variantes de hoy son que no he usado mantequilla sino aceite de oliva, y que el caldo solo tenía verduras (resultado de cocer zanahoria, puerro, apio, nabo y perejil son un golpe de sal). Después de marear el calabacín cortado en burunoise en la cebolla ya pochada, de animarlos con un toque de pimienta negra recién molida, y de dejarlos reducir tras añadir un poco de vino fino y de perejil fresco picado, ha quedado una base muy suave y apetecible sobre la que trabajar un rato el arroz antes de ir añadiendo el caldo caliente poco a poco, removiendo y removiendo, para rematar al final con muuuucho queso. Queda delicioso, como todos los risottos, y con un sabor muy agradable. Espero que os animéis a hacerlo y, como siempre, espero me me contéis qué os parece la propuesta :)

domingo, 1 de diciembre de 2013

Crêpes de espinacas gratinados

Mi primo Antonio me enseñó hace muchísimos años una receta infalible para hacer masa de crêpes. A él probablemente se le habrá olvidado esa tarde de septiembre en casa de Manolo y Macarena pero a mí no, porque cada vez que hago crêpes rellenos de lo que sea me acuerdo de él. La receta de Antonio es tan complicada como mezclar muy bien con la batidora, por cada huevo, un vaso de harina de repostería, un vaso de leche y un poco de sal. No falla, he probado otras masas de crêpes pero os aseguro que ninguna queda tan bien como esta. El resto del proceso ya lo conocéis (si no, aquí se explica bastante bien): se engrasa (con aceite o mantequilla, lo que más os apetezca) una sartén amplia y, cuando esté bien (pero bien) caliente, se incorporan uno dos cazos de masa en el centro, moviendo la sartén para que se extienda una capa fina por toda la superficie, se deja cuajar (no tarda nada), se le da la vuelta, otro segundo, y listo. Si el primero queda mal (es muy frecuente que esto pase) no os desesperéis, os olvidáis del primero y, con paciencia y la temperatura suficiente (esto es muy importante), a partir del segundo salen uno detrás del otro estupendamente :)

Los crêpes son muy socorridos y se pueden rellenar de muchísimas cosas. Sin duda lo más conocido y valorado es hacerlos con algo dulce, pero a mí, que la repostería no me atrae (qué queréis que os diga, pero es así), como más me gustan es con rellenos salados, y con un golpe de horno gratinando muuuuuucho queso encima.... una delicia. Hoy os cuento una de las versiones que más hago, con un relleno de espinacas ayudado con una bechamel ligera. Se sofríen ajo y cebolla en burunoise, se rehogan con ellos unas espinacas con un golpe de comino, se añade un poco de bechamel y, en función de cómo os haya quedado ésta, algo de sal. Con esta preparación se rellenan las crêpes y el resultado se coloca sobre una base de tomate frito (si es casero mejor, claro), se napa con más bechamel, se cubre con algún queso que funda bien (yo hoy he usado emmental) y se gratina hasta que se forme esa costrita tan rica por encima... Y que cubre el resto de los ingredientes y no deja ver, en una foto, lo que hay debajo, claro. Esta que os pongo es de antes de napar con la bechamel y cubrir con el queso, para que os hagáis una mejor idea de la jugada. 


Estos crêpes quedan deliciosos, a mí me encantan. No sé si es porque no me canso de tomar espinacas, o porque tengo debilidad por todo lo que lleve queso... o, sencillamente, por lo buenos que están. Ya me contaréis qué os parece esta receta, aquí o en la recientemente inaugurada página de Facebook de Gastronofilia :) Estoy emocionada con la aceptación que ha tenido porque, además de mis amigos (que me quieren mucho, como yo a ellos), resulta que la mayoría de los seguidores que en poco más de un mes ha tenido la página de Gastronofilia son personas a las que no conozco.... Me hace mucha ilusión que os gusten estas sencillas recetas, y que sigáis lo que se hace por mi cocina. Y además de darle al "me gusta", ¡animaos a comentar! A todos nos encantará conocer vuestras opiniones :)

sábado, 16 de noviembre de 2013

Guarnición de arroz basmati con pasas y piñones

Este arroz queda delicioso y acompaña la mar de bien a muchas cosas, sobre todo a alguna carne al horno, aunque también está riquísimo él solo, sin necesidad de nadie más. Y encima es complicadísimo de hacer ;) basta con cocer como se debe arroz basmati, añadiendo al agua de cocción unas pasas de corinto para que se hidraten, un poco de pimienta negra recién molida y algo de sal. Si os gustan las comidas especiadas, añadid también un poco de curry aunque, sin él, este arroz también queda muy rico. Con esta preparación previa ya lista se sofríen unos ajos laminados y unos piñones en una sartén amplia (o mejor en un wok), se añade el arroz escurrido con las pasas, se le dan dos vueltas al asunto a fuego fuerte y se remata con algo de perejil fresco picado. Esto último no es que sea necesario, pero soy de la generación que alucinaba con los programas de Karlos Argiñano... ;) y como además resulta que el perejil tiene tantas propiedades pues... 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Croquetas de espinacas y gambas

Los que seguís este blog sabéis más que de sobra que tengo debilidad por las croquetas. Os he contado muchas veces cómo las hago y cómo las congelo, así que no me voy a repetir: en el menú lateral tenéis un link que os permite acceder a todas las entradas ordenadas por etiquetas y "croquetas" es una de ellas, curiosead por ahí :) Este post no tiene nada especialmente nuevo respecto a las otras entradas que ya he subido, excepto "el condumio" de estas croquetas, dos de mis debilidades: las espinacas y las gambas. De las primeras, para este tipo de cosas suelo usar las que venden en porciones pequeñas congeladas en casi cualquier supermercado, que dan un muy buen avío para esto; para preparaciones más nobles desde luego recomiendo utilizar las frescas, dónde va a parar. Las segundas sí que las uso frescas siempre: las congeladas me saben a plástico y, como tengo la suerte de tener a la mano mercados tan buenos como el del Carmen o el de San Sebastián, donde venden gambas arroceras a (muy) buen precio, pues... 


Estas croquetas las hago siguiendo el mismo procedimiento de siempre (ved otros post, agrupados donde os acabo de explicar), con la salvedad de que en este caso añado más ajo que de costumbre, al fin y al cabo se lleva de mil amores tanto con las espinacas como con las gambas. Tengo pendiente con mi amiga Cristina (fiel y activa seguidora del blog, de la que ya os he hablado en otra ocasión) y su familia un fin de semana en su magnífica casa en El Algarve, guisoteando mucho, aprendiendo mutuamente, y haciendo entre otras cosas muuuuchas croquetas. A ver si no pasa mucho más tiempo y lo organizamos!!!!!

domingo, 13 de octubre de 2013

Guarnición de lombarda con manzanas y piñones


Otra delicia que he preparado con algunos de los productos del huerto del padre de mi amiga Lucía, una receta con un sabor especial que nada tiene que ver con lo que consigue a partir de se ofrece habitualmente en las tiendas. Esto del cultivo ecológico me gusta cada vez más, qué pena que sea tan complicado de conseguir y tan caro... La receta que os cuento se diferencia en algunos detalles de la original (que suele llevar por ejemplo pasas y vino tinto o dulce, pero como no tenía ninguna de esas cosas pues....) pero ha quedado de lujo. Es una guarnición creo yo que de categoría, aunque también se merece ser un plato por sí misma, sin necesidad de ningún acompañamiento. 

Se parte de lombarda cortada en juliana y prescindiendo de la parte central, que queda muy dura y es muy basta. Yo la he cocido al vapor pero dejándola aún entera; en la parte de abajo de la vaporera había unas papas, también del huerto del padre de Lucía, con las que he hecho unas papas aliñás, dos por uno ;) He utilizado el wok para preparar este plato: he refrito unos piñones, los he apartado, luego he hecho lo mismo con ajo en láminas y cebolla en juliana, y he añadido a mitad del asunto una manzana en dados (tanto la cebolla como la manzana también son del huerto del padre de Lucía :D) y un poco de sal; y, cuando estaban, los he reservado. 


Se añade más aceite al wok y se sofríe la lombarda, añadiendo otro golpe de sal y un toque de comino y, al rato, el resto de los ingredientes. Un par de vueltas más (me gusta que el resultado quede entero, no muy cocido) y ¡listo!

Insisto en que esta lombarda es una estupenda guarnición, pero queda tan rica que se merece ser un plato ella sola, sin necesidad de nadie más. Seguro que con las pasas y el vino (tinto u oloroso) queda aún mejor, ¡probaré! Lo malo es que la reserva de productos del huerto del padre de Lucía prácticamente se me han acabado... tendré que volver a comprar verdura y fruta donde siempre (aquí o aquí), que en ambos casos es ciertamente un lujo pero... definitivamente no es lo mismo :)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...